valps para hormiguas / OPINIÓN

El café de Sísifo

13/07/2022 - 

La semana pasada iba a comentar el foro cultural que organizó este periódico en el Marq de Alicante. No lo hice por dos cosas. Primero, porque sabía que Antonio Zardoya lo iba a analizar mejor que yo, como quedó demostrado en su columna del pasado domingo. Y segundo, porque después de leer a la vicepresidenta de la Diputación, Julia Parra, decir que la programación de Alicante debe estar a la altura de la de Madrid y Barcelona, este vals que les tarareo cada semana se habría convertido en un rap de la Costa Oeste de Estados Unidos. Todo lleno de pitidos para evitar las palabras malsonantes. Parental advisory. Como no tengo el flow de Snoop Dogg, decidí dar un rodeo y contemplar otro paisaje. Les resumo mi opinión sobre Parra, sobre el concejal Antonio Manresa y sobre la inversión de la Generalitat en Alicante: Dios tiene un plan para salvar a la Humanidad, pero no está escondido en los despachos de los responsables institucionales de la cultura de esta ciudad.

Tiene mi confesión del primer párrafo cierto aire de autocensura. No es así. No del todo. Lo que sucede es que esta profesión nuestra del periodismo es más sencilla y, a la vez, más intrincada de lo que parece. Con los años, uno comprende la conveniencia de abrir o cerrar la boca. Los textos salen beneficiados cuando uno golpea las teclas con furor y rabia. Pero luego los teclados se resienten y, de repente, eres incapaz de pulsar la letra E, como solía suceder con las viejas máquinas de escribir. Por mucho que este espacio sea de opinión, y por tanto subjetivo, la experiencia te dice a qué pólenes tienes más alergia. Y es mejor evitar meterse en jardines cuyo paisajismo lleva siglos enmarañado y no hay manera de reconducirlos hacia un versalles de provincias. No se trata de eludir la cuestión. Es que en los asuntos que nadie quiere solucionar el aburrimiento alimenta mi indignación. Entonces soy incapaz de controlar la ira. Y no tengo presupuesto para psicólogos.

No está el oficio de la comunicación como para no saber frenar a tiempo, que es lo que se ha visto esta semana con los audios de Villarejo y Ferreras. Ya saben. Más o menos, se ha desvelado que el presentador de La Sexta dio una información sobre Podemos a sabiendas de que no era cierta. No caerá el periodismo por esta sobredosis de cinismo, de gárgaras para ganar clientes con gritos, de sermones de la montaña de quienes creen estar en posesión del único manual para atrapar a la audiencia. Pero nos pone en la posición de Sísifo a la hora del café. Otra vez a cargar con la piedra hacia la cima. Otra zancadilla. Sufrimos una precariedad que jamás contamos porque estamos ocupados en las reivindicaciones laborales del resto de sectores. Perdemos credibilidad por culpa de la polarización del mercado, alimentada por ciertos personajes que dictan doctrina desde ciertos púlpitos cuando en realidad, estuvieron a punto de cargarse el periódico de más tirada de este país, el Marca. Es más, ni siquiera la información veraz y contrastada sirve de demasiado cuando medio planeta está dispuesto a no creerte, por mucha documentación que aportes. Y, como todos, estamos empantanados en el futuro digital sin que todavía haya una cabecera que parezca haber dado en el clavo de cómo se consumirán las noticias en las próximas décadas. Sí, ya sé. Otra vez el asunto de la crisis del periodismo. Voy a pedir hora para el diván.  

@Faroimpostor

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