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vals para hormigas / OPINIÓN

Derecho a salvar el planeta

6/12/2023 - 

Veo de refilón por la televisión una encuesta realizada en la calle a personas de diferente edad sobre su preocupación en torno al medio ambiente y el calentamiento global. En general, se evidencia la aceptación de que tenemos un problema, tanto aquí como en cualquier rincón del planeta, esté o no en guerra, tenga las tasas bursátiles por las nubes o por los suelos, eche las sobras de la comida a un contenedor orgánico o asista a la extinción de su población por hambre. Ya nos lo enseñan hasta en el colegio. Lo que pueda hacer cada uno va en la conciencia. Hay quien se ducha tres veces al día en verano y quien recoge el agua en la bañera para evitar vaciar la cisterna cada dos por tres. El cambio climático no es, sin embargo y ni de lejos, la principal preocupación de los españoles. Aparece una muchacha frente a la alcachofa del reportero. “Sí, es un problema”, admite, “pero antes hay otros más urgentes, como el paro”. Su postura es perfectamente legítima. No es que la comparta, pero la entiendo. Probablemente, en estos momentos es más importante para la joven encontrar un buen trabajo, en buenas condiciones, que aportar algo para reducir la emisión de gases contaminantes a la atmósfera. Lo que no se suele tener en cuenta es que ambas circunstancias no son incompatibles. Puedes repasar cada mañana las ofertas laborales, acudir a cuantas entrevistas de trabajo te sea posible, y reciclar los envases de plástico que utilizas. Ya les digo yo que, si la compra se hace en un Mercadona, serán muchos.

Ambos, el empleo y el cuidado del medio ambiente, son derechos recogidos por nuestra Constitución. Artículo 45, 1: “Todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo”. Cito solamente este porque nuestra sociedad lleva demasiados años fluctuando entre porcentajes de paro exagerados y conoce bien el paño, aunque no sé si los empresarios tienen tan claros los derechos de sus trabajadores. Y porque este vals es pastoral, no como el empleo de la Curia, sino como la Sexta Sinfonía de Beethoven. Bien, pues sin el cuidado del planeta, sin una pronta respuesta de los estados, mucho más eficiente que las que suelen salir de cumbres del clima como la que se está celebrando actualmente en Dubái (¡en Dubái!), ninguno de los derechos estipulados en nuestra Carta Magna valdrá de nada. En el caos que los científicos anuncian para la segunda mitad de este siglo, la única norma vigente será la ley de la selva. Eso es lo que no nos suele quedar claro.

Busco el artículo en la web que el Congreso dedica a la Constitución y aprendo que la nuestra fue una de las primeras en referirse al respeto medioambiental, algo que no me sorprende, porque como ciudadanos europeos, incluso occidentales, ingresamos un poco tarde en el club de las libertades democráticas. Sí me asombra, en cambio, que el derecho ecológico estuviera ya incluido en el Libro de las Siete Partidas, el código legislativo del reinado de Alfonso X. Siglo XIII, recuerden. “Las cosas que comunalmente pertenecen a todas las criaturas que viven en este mundo son estas: el aire y las aguas de la lluvia y el mar y su ribera, pues cualquier criatura que viva puede usar de cada una de estas cosas según le fuere menester, y por ello todo hombre se puede aprovechar del mar y de su ribera, pescando y navegando y haciendo allí todas las cosas que entendiere que a su provecho serán” (Partida III, Título XXVIII, Ley III)”. Contrariamente a mi pesimismo habitual, elijo pensar que si en la Edad Media ya estábamos así, el cuidado por nuestro entorno lo llevamos dentro como especie. Solo hace falta que lo saquemos fuera. San Juan no lo menciona directamente, pero el Apocalipsis tiene unas tasas de paro del 100%. Y en el Infierno de Dante no trabajan ni los demonios.

Disfruten de sus derechos.

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