VALÈNCIA. El cómic español ya tiene su propio libro blanco, un documento de más de 250 páginas que radiografía el sector español del noveno arte: el Libro Blanco del Cómic en España, un estudio compuesto por más 650 especialistas entre los que se encuentran guionistas, artistas, profesionales de traducción, editoriales, librerías y docentes entre un enorme grupo de profesionales. Con el objetivo de ofrecer una imagen “nítida y plural de la industria”, la Asociación Sectorial del Cómic de España ha presentado esta semana este informe, que cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura y Acción Cultural Española, y que repasa las claves y datos de este lenguaje gráfico.
Este proyecto, que ha supuesto casi tres años de trabajo, es el primer estudio de situación que se trabaja sobre la industria de las viñetas en el país, y arroja luz sobre el tejido autoral español, los servicios editoriales, eventos y festivales entre otros temas, además de contabilizar la historia de la industria española del cómic en cifras. En uno de sus capítulos repasa la relevancia del fanzine dentro del sector del cómic, valorándolo como un elemento "recientemente integrado a la cadena de valor entre creadores y lectores", y considerándolo como una vía para que el autor pueda autoeditarse sin problema y comercializar sin intermediarios con su obra. Entre estas páginas se señala València como uno de los núcleos del fanzine en España, gracias a una red extensa que abarca colectivos, editoriales, festivales y espacios de divulgación.
En el marco de las edición industrial, también la Comunitat puede sacar pecho. Y es que los datos recogidos por el Ministerio de Cultura, a nivel geográfico las editorial se concentran en Cataluña (32%), Comunidad de Madrid (19%) y Comunidad Valenciana (17%). Un tercer puesto que hay que poner en contexto; y es que el sistema editorial, también en el cómic, está determinado en España por una tendencia de concentración en dos grandes grupos, Planeta y Penguin Random House. Además, hay otras dos grandes editoriales que son las que más volúmenes editan: la italiana Panini, y ECC Ediciones, que explota el catálogo de Marvel en España. Euskadi cerraría el top de las comunidades autonómicas con más editoriales especializadas, mientras que el resto o no tendría presencia o es testimonial. Aleta (Grupo Sargantana), Grafito (Grupo Sargantana) y Fandogamia son algunas de las editoriales valencianas destacadas en el estudio.
A esto se le suma también una posición destacada en el mapa de creadores y creadoras. Otra vez, la Comunitat Valenciana destaca (10%), solo por detrás de Cataluña (25%), Comunidad de Madrid (19%) y Andalucía (14%), y a una distancia notable del resto. Este dato también es importante porque, en el caso de Euskadi, la diferencia entre el peso editorial y de profesionales de la creación refleja una distorsión que, en sentido contrario, ocurre de la misma manera en Andalucía. En la Comunitat Valenciana, sin embargo, sin liderar en ninguna de las etapas del cómic, sí se ve una armonía, que en última instancia completan la creación, en los últimos años, de la Cátedra de Cómic en la Universitat de València, la ayuda a la participación de editoriales en ferias como Angoulême, o una mayor atención por parte de la Associació d'Editorials del País Valencià. También los salones del cómic como la organizada por Feria Valencia o Splash! Sagunto. La excepción es la de la traducción, en la que la Comunitat ocupa un lugar secundario.
En el caso del idioma de publicación y traducciones, el estudio hace una diferenciación incomprensible entre el catalán y el valenciano. En un contexto en el que el 94% de los autores y autoras ha creado obras publicadas en castellano, también un 22% lo ha hecho en catalán (al que se sumaría otro 4% en valenciano), el 8% en euskera, y otro 8% en gallego. Sobre las lenguas de edición, el 95% de las editoriales publica en castellano, y los otros idiomas más utilizados son el catalán (34%) -al que faltaría sumarle otro 5% en valenciano-, euskera (11%), y gallego (5%).
1.000 creadores, más de 80 editoriales, 200 librerías y 122 eventos, que generan más de 1.500 empleos especializados. Además, 4.600 novedades anuales, que generan una facturación estimada de 130 millones de euros, lo que supone aproximadamente el 7% del mercado editorial español, sin contar los libros de texto. Esta es la fotografía de Libro Blanco sobre el sector editorial especializado. Unos datos que, sin duda, suponen una fuerza industrial muy relevante pero a la que se le escapa un factor necesario: el empleo de calidad.
Y es que solo el 21% de los creadores y creadoras encuestadas admiten poder vivir únicamente de hacer cómics. La mayoría compagina esta actividad con otras, principalmente relacionadas con ilustración, diseño y docencia. Para el 64 % de los profesionales de la creación, los ingresos provenientes del cómic no alcanzan el salario mínimo interprofesional. De hecho, un 33 % declara ingresos anuales netos inferiores a los 1.000 euros. Es decir, que el número de creadores no implica un tejido laboral fuerte, sino todo lo contrario.
Además, la brecha de género sigue estando abierta en canal también en la etapa de la creación. Las mujeres son mayoría en el apartado de la traducción (60%). En el ámbito industrial, también se refleja una situación de igualdad en un 46% de trabajadoras en las plantillas editoriales y un 41% en las librerías y puntos de venta. Pero la desproporción en la creación es alarmante: solo hay un 20% de creadoras frente a casi un 80% de hombres. Es una tendencia que también se va corrigiendo desde hace unos años, pero que está aún a una distancia sideral de lograr estar en equilibrio, algo sobre lo que el Ministerio dice tomar nota en el informe.
El estudio del Libro Blanco le dedica uno de sus capítulos al fanzine, dentro de la sección del tejido autoral, en el que el periodista Alex Serrano señala València como una de las cunas del fanzine en España. En este capítulo recuerda a autores como los valencianos Sento y Micharmut que encabezaban la publicación Ademuz Km6 en el año 1975 y recuerda a Mariscal con publicaciones homenaje a la ciudad como A Valenciaa, que vio la luz ese mismo año. Dentro de esta sección también resuenan nombres como el festival de autoedición Tenderete -que lleva celebrándose desde el año 2011- y celebra editoriales que han intentado comprender este género como la valenciana Ediciones Valientes (desde 2010).
Para Martín López, precursor de Ediciones Valiente, el mapa del fanzine en València ha cambiado “muy apresuradamente” y considera que las editoriales necesitan refrescarse, siempre a través de talleres, formación y con la autoedición como contenedor final: “Hay un relevo entre la gente que produce fanzines y se conoce en los festivales, en València hay una zinediversidad clave que juega entre rangos generacionales: en festivales como Tenderete se puede ver a personas de 20 años y de 50 y entre todos se enriquecen. También cabe destacar como las instituciones educativas miran y hablan sobre el fanzine actualmente, esto fortalece la comunidad enormemente”, añade.
Tal y como lo explica el libro, y gracias a la importancia que han adquirido estas publicaciones, se han ido añadiendo los fanzines a bibliotecas y puntos de venta además de focalizarse poco a poco sobre la creación local. Alejandro Álvarez, coordinador de Fanzinelogía, potencia desde València un catálogo personal del fanzine en el que analizar el sector, presentar nuevos ejemplares y entrevistar a autores para conocer más de su universo. Con este proyecto busca también generar una hemeroteca del fanzine desde València y un catálogo de consulta que no para de crecer: “No paran de llegar publicaciones nuevas y se genera una especie de efecto en el que cuanto más se consume más se conoce y se crea. La autoedición tiene mucha fuerza y es una forma clave de contar el relato como cada uno quiera”, añade sobre este formato.
Preguntado por la calidad del fanzine en València y de su tejido Álvarez considera que grandes firmas editoriales como Handshake Fun han elevado estas publicaciones a un nivel superior generando trabajos de muy alta calidad: “Gracias a las ferias y a estos sellos se ha generado una idea de hacer fanzines de gran calidad, hay más formación sobre el tema y se van trabajando temas más extensos”, explica sobre estas publicaciones. “Perfiles como el de La Rara trabajan en temas nuevos como ecofeminismo, y colectivos como el de Ediciones Humilladas se centran en un relato más underground. Al final, se le da mucha importancia al papel, la calidad, el diseño y hasta a los nombres y cada vez la escena adquiere más potencia”.
Entre estos festivales el Libro Blanco cita como uno de los más veteranos de la escena española el festival Tenderete, que lleva en activo desde el año 2011. DVanderh, parte de la organización de este, contempla que el festival cuenta con una base muy sólida gracias a su perseverancia año tras año: “En València trabajamos mucho en construir la memoria de la ciudad a través del fanzine. Hemos sembrado un precedente en este universo y poco a poco hemos podido ver que nuestra red de creación es una de las más unificadas, además de mantener la idiosincrasia propia con la que cuenta el propio fanzine”.
Bajo la filosofía “punk” de que “la cultura o la haces o te la hacen” DVanderh considera que el fanzine es una herramienta clave para conservar la memoria de la ciudad y que sigue moviéndose por vías underground en la que los autores hablan de lo que les interesa sin filtro: “En València se comprende el fanzine como una entidad en sí misma, no sólo como un camino a la profesionalización en el mundo del cómic. Hay artistas que prefieren autoeditarse porque buscan esa libertad creativa. Considero que València ha logrado aportar por un modelo diferente y que desde las ferias se hace la cultura”.
Tanto López como DVanderh y Álvarez consideran que puede resultar muy complicado establecer una medición exacta de cuantos fanzines se editan desde València, aunque todos ellos coinciden en que el nombre de la ciudad siempre resuena en todo tipo de eventos de autoedición. DVanderh señala que se puede deber también a la comodidad del “tamaño” de la ciudad: “Puede que estemos haciendo las mismas cosas que hacen en Barcelona, pero allí puede ser muy difícil entrar en el circuito. Nosotros en nuestros festivales tenemos una red unificada y compuesta por grandes nombres que cada vez se va ampliando con más calidad”, añade.
Con todo esto Álvarez celebra las cifras que se les escapan de las manos, aunque considera que a través de la profesionalización del fanzine pueden contabilizarlos mejor: “A Fanzineología no dejan de llegarnos proyectos nuevos, pero otros tantos se nos escapan por tirajes muy cortos o por no conocer ni su existencia. La ventaja del fanzine es que está al alcance de cualquiera, pero cada vez más se busca una profesionalización y que una publicación que no se quede solo en la comunicación de ideas”.
López considera que, para comprender la fuerza de la ciudad respecto al fanzine, solo hace falta contemplar como València en si ya cuenta con cuatro eventos dedicados puramente a la autoedición como pueden ser Recreo, Tenderete, la feria del libro Babakamo y los stands que se le dedica al fanzine en macroeventos como el Salón del Cómic: “Son espacios consolidados a nivel nacional e internacional pero aún queda un espacio de periodicidad constante donde fortalecer la comunidad. Son espacios que sirven de conexión intergeneracional y donde se puede ver mucha variedad de estilos y contenidos en los fanzines de València”, y añade que cuando se juntan en otras ferias hasta de fuera de España, siempre hay gente de València.