ALICANTE. Con este artículo comienzo mi colaboración mensual con Alicante Plaza gracias a la invitación de Miquel Hernandis, con el que había colaborado anteriormente en otro medio y al que quiero agradecer su confianza. A mi pequeño espacio, lo he titulado #Tarannà y mi intención es poner por escrito mis reflexiones, pensamientos y opiniones sobre temas relacionados con el arte y la cultura. Sin acritud, desde luego. En mi declaración de intenciones os diré que no pretendo dictar sentencia.
La mía es solo la visión, una de las muchas posibles, de una profesional con casi treinta años de experiencia -20 de ellos en mi ciudad- participando en proyectos y actividades relacionadas con las artes visuales. Soy alicantina por los cuatro costados y me interesa todo lo que pasa en la terreta.
Y precisamente hoy quiero echar la mirada solo un par de años atrás, cuando Daniel Simón, entonces concejal de Cultura del Ayuntamiento de Alicante, nos convocó a todo el sector vinculado con la cultura en el Salón de actos del MACA para exponernos su proyecto para la legislatura. Por primera vez se había tomado la iniciativa de crear el Consejo Local de Cultura, en el que teníamos cabida todos los fragmentos que integramos la red cultural de la ciudad. Tras esa convocatoria, numerosísima, fuimos bastantes menos los que posteriormente decidimos inscribirnos en alguna de las comisiones y dedicar nuestro tiempo –con generosidad– a revisar el borrador y a aportar nuestras ideas al Reglamento del Consejo Local de Cultura. Comenzaba una etapa ilusionante.
El CLC es un órgano consultivo, de intercambio de ideas y de debate, al que puede apuntarse cualquier persona interesada en cualquiera de sus ámbitos, ya sea a título personal o como representante de alguna asociación. En el documento inicial se indica que entre sus finalidades está proponer, sugerir o asesorar en materias directamente relacionadas con cada una de las nueve comisiones creadas: Audiovisuales, cine y fotografía, Artes plásticas y visuales, Artes escénicas y circenses, Cultura y ciencia, Cultura urbana, Letras y cómics, Música, Patrimonio cultural y Cultura popular y la Transversal. Cada comisión tiene seis representantes, se reúne por su cuenta las veces que se decida y solo nos encontramos cuando el alcalde-presidente convoca el pleno, al que acuden también representantes de todos los grupos políticos y en el que cada comisión propone, sugiere, analiza... y también escucha al representante municipal de Cultura. Esa es la teoría.
En la práctica huelga decir que los inicios no son fáciles. Quizá no esté funcionando como hubiera sido de desear. No nos engañemos, no tiene carácter decisorio. Es un órgano consultivo a través del que se puede opinar y aportar propuestas a la política cultural municipal pero no decidimos el rumbo cultural de la ciudad. Eso compete a las esferas políticas. Recientemente ha habido cambio de concejal del área y no me cabe la menor duda de que Gloria Vara, la nueva responsable, seguirá contando con la opinión de todos los miembros de las nueve comisiones del CLC y nos convocará a un nuevo pleno una vez haya tomado contacto con los diferentes sectores que conforman la red cultural alicantina.
En las comisiones hay distintos criterios y posturas enfrentadas, discusiones, desánimo, abandonos… La composición es diversa y diferentes deben ser las opiniones, pero sobre todo estamos comprometidos con la cultura y tenemos ilusión porque pensamos que en estos inicios dubitativos está el germen de una gran política cultural para nuestra ciudad, aquella que la convierta en Alicante, ciudad de la cultura. Sin duda, queda mucho camino por recorrer.