VALÈNCIA. En febrero de 2022, los ingredientes de Masa madre habrán fermentado y el espectáculo estará listo tras un largo proceso de residencias de creación, cuya última parada, a día de hoy, es en Enguera. Durante la última semana, las artistas de circo Sabrina Catalán y Elia Pérez, integrantes de la compañía Caí, han estado desarrollando su nueva obra en el entorno rural de la Finca BenAmil, gracias a una colaboración del enclave natural con Espacio Inestable.
La pieza, ahora mismo, son dos solos que con el tiempo se fusionarán en una misma puesta en escena, pero lo que los espectadores del ciclo Migrats Circ verán los días 8 y 9 de septiembre en la plaza Nápoles y Sicilia serán dos propuestas diferenciadas, Masa y Madre.
La primera viene firmada e interpretada por Sabrina a partir de un cuestionamiento sobre la caducidad del cuerpo. A la trapecista, el comecome le asaltó durante el confinamiento, en el que estuvo preguntándose sobre el final de su profesión. “Me planteé hasta dónde aguanta el organismo, hasta cuándo se quiere que aguante o te imponen que puede aguantar. Estoy planteándome en qué momento llega la retirada, cómo se toma esa decisión y, en mi caso concreto, la voluntad de asumir ese instante sin que me venga encima cuando ya no pueda más”, desarrolla la artista.
Su compañera Elia, en cambio, ha basado Madre en la experiencia de la maternidad desde una perspectiva cambiante. “Cuando empecé con este proyecto, mi vivencia era de un año y medio y la vivía como una relación agridulce, por momentos muy salada, alternada con pasajes amargos y dulces”. El debut en la crianza enfrentó a la especialista en cuerda lisa a situaciones en las que se sorprendió a sí misma, que define como una “variedad de sabores”’. Tras este acercamiento a la creación desde el sentido del gusto, ahora está trabajando el solo a partir de un diario donde detalló cómo fueron su preparto y su parto. En sus líneas vuelve a haber matices, esta vez, de emociones, de la felicidad al nerviosismo y de ahí, al abatimiento más profundo.
Yo, mi, me, contigo
En Cía Caí acostumbran a servirse de las herramientas del circo para desarrollar vivencias e inquietudes personales, pero luego las nutren de las sensaciones de otras personas a las que entrevistan en un trabajo de campo. “Aunque sean nuestras propias historias, recogemos las de otras personas, porque son temas que nos tocan a todos”, explica Catalán, quien concreta que para el caso de Madre han contactado con artistas de circo o mujeres que trabajan con su cuerpo que han tenido hijos, y en el de Masa, con trapecistas que ya no lo son por una cuestión de edad.
“En nuestra compañía hay una intención de visibilizar temas comunes para hacerlos ligeros y quitarles el pudor o la vergüenza”, expone Elia.
Mientras que su ópera prima, No es la boca la que va a la cuchara sino la cuchara la que va a la boca, de 2015, trataba sobre el pasado, con referencia a sus respectivas infancias y la vida marcada por la religión que afrontaron sus abuelas, en su nueva puesta en común se aborda el presente y las dudas ante el futuro.
“En aquella ocasión el proceso fue muy exprés y la obra se fue creando mientras actuábamos, pero aquí disponemos de más tiempo, es un ritmo más pausado que nos permite crecer”, agradece Pérez, quien describe BenAmil como un espacio que fomenta la concentración, tanto por el entorno como por el aislamiento que procura la escasa cobertura.
En estos días han asentado aspectos de la obra y recibido la visita de un profesional del circo con el que querían colaborar, Raúl García
La mezcla del agua y la harina
En esta primera fase de Masa madre, la idea inicial era hacer dos compartimentos estanco donde una actuaba y la otra dirigía, pero el tándem creativo reconoce que con el tiempo, ha ido creciendo la intervención de cada una en el solo de la otra. La segunda fase del proyecto lleva por título Mezcla y el objetivo es que ambas artistas convivan y cohabiten la escena
Sus disciplinas circenses se complementan con movimiento, texto y teatro. “Huimos de lo estético y buscamos darle más sentido al contenido que a la forma. Como consecuencia, hay momentos en nuestras propuestas en las que nos servimos del elemento aéreo, pero para integrarlo en el tema que queremos contar, de modo que podemos estar subidas simplemente mirando o respirando”, matiza Sabrina.
La compañía representó el work in progress, dividido en dos solos de 25 minutos cada uno, el pasado lunes en Enguera. La recepción fue muy positiva, con grupos de mujeres que expresaron su identificación con lo expuesto y la aprobación de un espectador mayor que iba cabeceando síes “a la reflexión sobre que el cuerpo caduca, se seca, se arruga, se pudre”, enumera Sabrina, quien, de momento, en Masa ha incorporado una escena inspirada en una epidemia de risa sucedida en 1962 en Tanganica, en la que fuerza a su cuerpo a reírse hasta lograr una carcajada verdadera que resulte contagiosa entre el público.
Es una de las ventajas de asistir a un trabajo no ultimado, que la audiencia puede colaborar a que ciertas partes se modifiquen, se asienten o desaparezcan.
La pareja alaba este tipo de procesos creativos. Elia, de hecho, califica este formato de “súper necesario”, puesto que, por su experiencia en el anterior montaje, “hacer una creación y estrenarla de inmediato no tiene mucho sentido cuando se trata de compañías pequeñas con propuestas más personales. Con procesos más largos y elaborados vas recibiendo respuesta del público y vas cambiando los contenidos hasta que funcionan”.