VALÈNCIA. Qué difícil es encontrar un disco sin recetas. Ecléctico y lleno de enjundia, pero, al mismo tiempo, sumamente accesible. El proyecto en solitario del músico y compositor valenciano Isidro Rubio, cantado en castellano y valenciano, verá la luz el próximo 9 de octubre en Slovenly Records y promete ser una de las novedades discográficas más interesantes de este año extraño en el que tan necesitados estamos de bálsamos para el alma. Como adelanto, el sello neoyorquino acaba de presentar el videosingle “Unicorn Embolat”, grabado por Freya Copeland cerca de la ribera del río Turia, a su paso por Quart de Poblet. Una delicia absoluta.
Con su cadencia lenta y penetrante, las seis canciones que componen A lo pesau, a lo bajo y a lo llano tienen el poder hipnótico de un arrullo materno. Resuena en su interior un caleidoscopio de influencias que convergen en un mismo paisaje sonoro misterioso, dulce y atemporal. El pinchadiscos y divulgador norteamericano Greg Caz, lo define así: “Dependiendo de tu estado de ánimo, al escuchar este disco podrías sentir que estás en un bazar surrealista en Túnez o Marruecos; podrás imaginarte a ti mismo entrando en un Last Chance Saloon, perseguido por un rastro de plantas rodadoras. O tal vez te traslade a las Islas Baleares, viendo cómo se rompen las olas. Entonces, de repente, tu mente se verá alterada por la música y las luces de una pista de baile en el San Francisco de 1967. También saltan a la mente los elementos cinemáticos evocadores de Nino Rota, Angelo Baladamenti y Gustavo Santaolalla. O los manifiestos profundamente progresivos del Nuevo Flamenco de Lole y Manuel”.
“Aunque no es un disco de flamenco, la influencia es clara en algunos temas por la cadencia y el aire de la melodía -explica Isidro-. Pero la influencia principal de este disco es la música folclórica tradicional del Mediterráneo. Algunos temas mezclan armonías y ritmos de orígenes distintos: España, Turquía, Grecia o Chipre”. En cualquier caso, el gran logro de estas canciones reside precisamente en su capacidad para diluir todas estas referencias en una atmósfera amable y natural. Del mismo modo, el sabor a psicodelia que asoma también es sutil; es música hipnótica, pero sin digresiones. La canción siempre está ahí presente; no se va por las ramas.
“Empecé a componer estos temas en 2014 más o menos, sin pensar en una fórmula concreta, ni en la posibilidad de grabar un disco ni tocar en directo -nos explica el autor-. Solo quería hacer lo que me daba la gana, sin limitaciones. Después de tocar en bandas de punk, garage y psicodelia durante dos décadas, ya no me estimulaba montar otro grupo de ese tipo. Me sigue encantando, pero ya no me apetecía tocarla, porque al fin y al cabo la música de género tiene unos límites muy claros. Me apetecía hacer algo a mi manera, y sin nadie, por el simple gusto de experimentar. Por otra parte, me he pasado la vida haciendo música cínica y vacilona, y me apetecía hacer todo lo contrario. Algo blando, agradable, que se deje escuchar con atención si quieres, pero que también se pueda tararear cuando estas cocinando, como música de fondo. Justo lo opuesto a lo que es el punk, que es una música que te acorrala y no tienes más remedio que escucharla”.
A pesau, a lo bajo y a lo llano es un quiebro absoluto dentro de la amplia trayectoria discográfica de Isidro, que ha sido teclista de la legendaria banda de garage Wau y los Arrrghs!!!; batería en el power trío de punk Venereans y en la banda de rock de Johnny Casino; ha tocado el bajo en la formación de hardcore Poder Absoluto, y también ha colaborado componiendo, grabando y girando por distintos países con bandas de culto como los norteamericanos Gravedigger V o King Khang & the BBQ Show.
Las seis canciones recogidas en este LP son una pequeñísima muestra de la producción musical que ha desarrollado Isidro durante los últimos seis años. “Tenía cerca de cincuenta demos grabadas; más que canciones terminadas, eran apuntes. Un día le enseñé algunos a Peter Menchetti, fundador de Slovenly Records, que es un viejo amigo. Insistió tanto en sacar un disco con este material, que al final pensé que igual no era una mala idea”.
Del flamenco al punk
Isidro empezó a tocar instrumentos por influencia directa de sus padres. Su padre era percusionista y bailaor de flamenco semi-profesional y le enseñó a tocar los bongos, mientras que su madre fue quien le introdujo en los primeros acordes en la guitarra. En su casa se escuchaba tanto flamenco como los discos de la Motown, Marc Bolan o Cat Stevens. A los nueve años se unió a la rondalla de su colegio, las Escuelas Parroquiales de San Cristóbal Mártir en Picassent, y a los 14 años ya tenía su propia banda de punk. En otras palabras, la conexión entre el folclore y la música contemporánea estaba trazada en su destino desde la infancia. Como buen melómano, el espectro de sus influencias fue extendiéndose en su cerebro como una mancha de aceite: en él entraron la psicodelia, el bluegrass, el country, el hip hop y el pop, pero también el folclore de casi cualquier parte del mundo, particularmente del Caribe y el Mediterráneo.
Las historias detrás del título y la portada
Paradójicamente, A lo pesau, a lo bajo y a lo llano hace referencia a un tipo de bailes populares de la provincia de Santander caracterizados por movimientos sueltos y desesfrenados. “Encontré este nombre en un libro de folclore español, y me hizo gracia, porque en realidad son un tipo de canciones y bailes opuestos a otros más lentos y tristes que ellos llaman A lo alto, a lo vivo y a lo ligero. Independientemente de su significado, me gustaba esa contradicción y cómo sonaban esas palabras juntas”.