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vals para hormigas / OPINIÓN

Calaveras y tenorios

27/10/2021 - 

Asistiré durante toda la semana al torneo de tenis anual entre partidarios de las tradiciones españolas de Todos los Santos y defensores de Halloween. A un lado de la red, huesos de santo, representaciones del Tenorio y visitas al cementerio. Al otro, caramelos, máscaras y películas de terror. Todo, mientras trato de imaginarme en un disfraz, por supuesto, porque tengo la vena de payaso muy arraigada, las tradiciones muy alejadas y una fascinación incorregible por Pesadilla antes de Navidad, de Tim Burton, y el cortometraje que la acompañaba en las proyecciones en sala, Vincent. El año pasado, lo más que pude hacer fue pasear hasta la casa de un vecino que vive en el número 666 de su calle. Este año, si puedo, me desquitaré.

El debate es sumamente estéril porque una cosa no quita a la otra. Uno puede perfectamente recorrer su barrio con el mono de El juego del calamar –que será el hit de la fiesta de este año- y una calabaza hueca colgando del brazo y, al día siguiente, presentar sus respetos a sus difuntos. Lo que pasa es que, últimamente, se percibe una radical tendencia a los extremos. No puedes defender la eutanasia y el aborto porque a los católicos recalcitrantes les ofende, no puedes trabar amistad con un negro porque a los xenófobos les ofende, no puedes ser homosexual porque a los que presumen de heterosexuales les ofende. Y así con todo. Cuando lo fácil sería tomarse la vida de forma más relajada y llegar, en ocasiones, a un conjunto intersección que nos incluya junto con quien piensa diametralmente distinto a nosotros. O, más divertido todavía. Buscar opiniones abiertamente enfrentadas entre personas afines, algo que ni siquiera parece gustar en la izquierda.

Mientras en la sociedad nos educamos para tener en cuenta y aceptar las diferencias, sigo pensando en qué personaje recrearé este año para Halloween. No he visto la serie de moda, ni tampoco me atrae sentirme común el día que puedo ser más diferente de todo el año. Y la cosa va de terror. Así que sopeso disfrazarme de turista británico sin mascarilla en Benidorm, por ejemplo. O quizá trate de convencer a mi pareja para que vayamos de Nadia Calviño y Yolanda Díaz en plena reunión sobre la derogación de la reforma laboral del PP. No tengo la suficiente pericia para customizar un disfraz de recibo de la luz, pero podría ser una alternativa, visto lo visto. O, dado mi sentimiento culer, puedo agenciarme la camiseta de Messi en el PSG.

El caso es abandonar durante unos instantes esta pesadilla que hemos vivido y aún colea, la de la pandemia, y la que está ya empieza a colear, la del futuro incierto en todos los frentes que nos espera con la recuperación económica. Acudir al vecino del portal 666, asustarle con mis pintas embutidas en el vaporoso vestido de Elsa la de Frozen y sentir que en algún momento podremos dejar el pánico atrás. Y si me ofrece huesos de santo, pues tendré que probarlos, a pesar de que no soy muy de dulces.

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