VALS PARA HORMIGAS / OPINIÓN

Cada vez, menos ricos

6/07/2022 - 

ALICANTE. No puede ser casualidad que Mark Zuckerberg anuncie que nos precipitamos hacia la peor recesión económica jamás vista el mismo día en que se conoce que se ha reducido el número de ricos en España por primera vez desde 2013. Algo se está cociendo por las alturas de la pirámide trófica del dinero. Algo que ni siquiera en las catastrofistas noticias de los últimos tiempos, dos años y medio, en realidad, llega a vislumbrarse. Yo, por si acaso, ya tengo un ojo puesto en la contorná mediática. Desde hoy, me informaré cada mañana de la cotización de las empresas dedicadas al lujo, repasaré la lista de viajes internacionales en busca de algún Ortega o algún Roig y comprobaré si mi amigo el millonario se ha afiliado a CCOO. Una de dos, o saben que el batacazo va a ser homérico, con lo cual vamos a tener que volver a la edad de las cavernas (con el subsiguiente alivio para el cambio climático), o en los foros ultrasecretos de los verdaderos gobernantes del mundo saben que se avecina una rebelión popular. Y si es así, no puede pillarme con la camisa que uso para las bodas, los foros culturales y las fotos de carné. La negra, la única que cuelga en mi armario.

También puede ocurrir que Zuckerberg le haya visto las orejas al lobo. En Facebook ya no quedan usuarios nacidos este siglo. Ni siquiera en los 90, diría yo. Meta no tiene ni de lejos la influencia ni las perspectivas como para que David Fincher ruede una secuela de La red social. Y en el otro lado del espejo, Bill Gates sigue buscando una solución para la descomposición del planeta, o más bien para la desaparición del ser humano en él, con la fortuna que amasó amargándonos la vida a los que aún usamos un PC. Es verdad que al creador de Windows le da igual si solo usamos su navegador para descargarnos el Mozilla Firefox o el Google Chrome. O si su nuevo servidor de correo no sirve como servidor de correo. Eso sí, tiene todos mis respetos. Los millones que atesoró con semejante chapuza, una vez descontado el divorcio de Melinda, sirven para concienciar y ayudar. Parece que es el único de los grandes colosos de la lista Forbes que ha comprendido que no va a disponer de tiempo material para gastarse los cuartos en alicatar el baño, en viajes a Marte o en comprar y vender información fidedigna a los servicios secretos de cualquier villano con ganas de enfrentarse a James Bond.

También conviene explicar bien lo que la mayoría de los mortales queremos decir cuando aludimos a los ricos. Hay gente que se perdió el capítulo de Barrio Sésamo en el que se diferenciaba entre rentas altas y bajas. Isabel Díaz Ayuso, por ejemplo. En la noticia de ayer, se habla de quien rinde cuentas a Hacienda por más de 600.000 euros. Al parecer, los bolsillos más grandes de España empiezan a notar los efectos de la pandemia. Y no por la falta de actividad y la implantación de los ERTE, precisamente. Sus dividendos no dependen, como los de las rentas medias y bajas, del trabajo. Y no me estoy regodeando ni quiero mostrarme irónico con esta última frase. La mayor fuga de capital se ha producido en las cañerías de la Bolsa, ese edificio al que los hombres de mediana edad de San Blas no tenemos acceso. El coronavirus dejó temblando todos los índices bursátiles del planeta, con lo que su rendimiento en inversiones, acciones y capitales varios se ha resentido. La guerra de Ucrania no facilitará que la cosa mejore a corto plazo, así que pronto llegarán los avisos de parte de la cúspide monetaria. Mejor nos preparamos para sus planes de que nuestros sueldos no cercenen sus beneficios. Porque saben bien que la insurrección de los pobres es más improbable que la reversión del calentamiento global. Salvo que a Gates le dé por sufragarla.

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