MADRID. El pick-up Hilux de Toyota cumple 50 años, una fecha en la que el común de los mortales suele darse un homenaje con los suyos para decir hasta aquí hemos llegado y anunciar que la intención a futuro es seguir dando guerra.
Toyota no podía ser menos y ha aprovechado la efeméride -ya acumula ocho generaciones de Hilux- para festejarlo con una edición especial. Su nombre es toda una declaración de intenciones: Invincible.
Según la marca, para vestirla exteriormente ha tenido en cuenta la tradición americana por las grandes furgonetas (pick-up) que tanto gustan en aquellas tierras, así como en Australia.
La Invincible solo puede elegirse con cabina doble y monta, en exclusiva, una serie de elementos en negro, como son las llantas de aleación de 18 pulgadas, las estriberas, las barras antivuelco de la caja, la protección frontal con embellecedor inferior integrado y los pasos de rueda.
Hay que señalar que la elección de ese color, en contraste con el rojo de la carrocería y la parrilla cromada, le dan un toque deportivo y elegante.
Además, acaba con una de sus primeras limitaciones: el considerarlo solo como vehículo destinado a un uso profesional. Con este “traje” como se decía en los primeros anuncios de los 4×4 se puede ir al campo y luego ir también a la opera o un restaurante caro.
De esto último tiene la culpa el motor diésel 2.4 150D que equipa la Hilux. Se trata de un propulsor, algo ruidoso, que mueve con soltura a esta pick-up de 2.170 kilogramos. Tiene dos modos de funcionamiento: Eco, destinado a reducir el consumo; y Power, para hacerlo más vivo.
En campo, y en combinación con la caja automática de seis velocidades (no tiene levas en el volante), es el motor perfecto para atacar todo tipo de obstáculos. Su par, de 400 Nm, hace fácil lo difícil, lo que no quiere decir que pase por cualquier lado, ya que el tope lo pone la longitud de la carrocería, de 5,33 metros.
En rutas off road, el largo recorrido de las suspensiones hace casi imperceptibles las zonas rotas y permite cualquier cruce de puentes.