MURCIA. Santos Martínez (Fuente Librilla, 1992), periodista de oficio y escritor en ciernes, debuta en la novela con Ropasuelta (Editorial Hoja de Lata). Su protagonista, una especie de alter ego del escritor, Santini Martínez, vuelve a casa por Navidad, como el turrón, a sus 29 años y con “una mano delante y otra detrás”. Hace diez que se fue de Fuente Librilla, su pueblo a los pies de Sierra Espuña. Salió para ir a la universidad en Murcia, en busca de que le sucedieran cosas, de vivir y lograr convertirse en periodista cultural. Pero las expectativas raras veces se cumplen. Su experiencia desmitifica el ideal de que la vida en Barcelona o Berlín tiene que ser mejor que la murciana. El reencuentro con su familia no es fácil, sobre todo con su padre, un hombre de campo, borrico y cafre pero tierno, a quien llaman 'el Ropasuelta'. El autor presenta su novela en Alicante este jueves, 14 de noviembre, en la librería 80 Mundos, junto al periodista Miquel Hernandis.
Ropasuelta, narrada en primera persona, relata las peripecias de un treintañero de los 90 con “pocos posibles” que no ha encontrado mucho más que palos en su incursión por la vida. Abatido por el vacío existencial e incapaz de construir un futuro esperanzador, empieza a escribir la que será “la gran novela rural murciana”, igual que los escritores estadounidenses producen “la gran novela americana”. No llegamos a saber si Santini culmina tan ambicioso proyecto, pero Santos Martínez lo ha logrado con creces.
— ¿Qué significa la “gran novela rural murciana”? Tanto la editorial como tú usáis ese apelativo dentro del libro para parodiar ¿Qué reivindicáis?
— Es una broma que se ha marcado la editorial y que a mí me hace gracia. La cosa va de parodiar esas 'Novelas Sobre Los Grandes Temas' escritas por autores a los que luego invitan a La Sexta Noche para preguntarles por la inflación. No puedo hablar por Hoja de Lata, pero creo que vemos la literatura desde el mismo sitio. Historias de gente haciendo lo que puede con lo que tiene. Con un millón de emociones e ideas revoloteando alrededor, pero teniendo claro eso que decía Chesterton de que lo divertido no es lo contrario de lo serio, sino de lo aburrido.
— ¿Cuánta autoficción hay en esta novela?
— No estoy cómodo con el término 'autoficción'. Hace poco escuché a Carlo Padial decir que se usa para denostar las narraciones en primera persona bajo una supuesta falta de inventiva. Como si el hecho de no hablar desde el 'yo' viniera de la mano de esa inventiva. Y que nadie le pide a Mary Karr o a Larry David (o a Dovlátov, añado yo) que dejen de escribir sobre sus vidas porque son geniales haciéndolo. Son sus vidas, ¿y qué? Suscribo sus palabras. Yo he notado estas semanas cómo algunas personas me decían: “Ah, un zagal que vuelve a Fuente Librilla, es tu biografía”. Como: “Ah, te hemos pillado”. Pues no, no es mi biografía, pero no soy Tolkien. Los autores que me flipan y los que me llevaron a escribir han hecho eso siempre: coger su vida y moldearla. Dicho esto, en Ropasuelta aparecen espacios, dinámicas sociales y contextos que conozco. Escribo de eso porque es lo que me importa.
— ¿Qué significa la palabra 'Ropasuelta'?
— En mi pueblo se llama Ropasuelta a quien va por ahí con medio faldón por fuera, la ropa arrugada, despeinado… Mi madre me lo decía cuando me metía los faldones y me peinaba de camino a la escuela.
— La novela reproduce el lenguaje murciano con una verosimilitud impecable. ¿Cómo ha sido trasladar al papel el panocho? ¿Crees que alguien de fuera de la Región de Murcia entenderá todas las palabras?
— No es estrictamente panocho, es un hablar más serrano que huertano, de un sitio en el que, estando bastante centrado en la Región de Murcia, flota una sensación de aislamiento. Lo mismo el día en que el Gobierno regional decida que mi pueblo tenga carreteras, aunque sean del siglo XX (no pedimos ya del XXI), eso desaparece. Y ha sido muy natural. La novela tenía que tener esa música: creo que no se puede escribir de un sitio obviando cómo se habla. Con respecto a si se entenderán todas las palabras fuera de Murcia, seguramente no. Pero eso mola. Los libros son de un sitio.