VALÈNCIA. En febrero de 2024, la ciudad de València sufrió uno de los mayores incendios de su historia en un edificio residencial en el barrio de Campanar. Una tragedia en la que fallecieron diez personas y que dejó conmocionada a toda una ciudad. El siniestro, además, arrasó las 138 viviendas del complejo, dejando a cerca de 400 personas sin un hogar. El edificio quedó totalmente calcinado, pero, pese a la devastación de las llamas, su estructura resistió, casi intacta, lo que permitió que pudiera reconstruirse en lugar de tener que volver a levantarlo desde cero. Casi dos años después, esa herida empieza a cicatrizar con el avance de una rehabilitación. Un trabajo meticuloso que busca recuperar el sueño e ilusión de los vecinos, con la mirada puesta en que puedan volver a sus hogares a principios de 2027.
En este momento, las obras están en pleno movimiento. El edificio se envuelve en una lona azul que delata su proceso de restauración. Todavía luce los rastros de las llamas. Su huella se adivina entre sus muros, aún ennegrecidos en algunas zonas. No obstante, en su interior, las estructuras y espacios empiezan a recomponer y encajar el rompecabezas de viviendas que, poco a poco, va renovando su imagen y devolviendo su uso a un inmueble que sobrevivió al fuego. El coste de la reconstrucción rondará los 22 millones de euros.
La actuación arrancó el pasado mes de mayo con las primeras labores de reparación de las estructuras de hormigón por parte de la empresa Quiesa. Esta parte, que finalizará en diciembre, es la primera fase de una rehabilitación extensa y exhaustiva. En paralelo, en julio comenzó a trabajar Dragados como empresa constructora seleccionada por la comunidad de propietarios para encargarse de la obra. Actualmente, acomete los cerramientos e instalaciones del edificio, pero en unos meses avanzará con los acabados y la fachada del complejo residencial. Por su parte, el estudio Arqueha ha proyectado el diseño interior.
Unos trabajos que supervisa y controla como director de la ejecución de la obra, el arquitecto técnico colegiado Emiliano Martínez, de la empresa Premea, miembro del Club COAT Empresas, creado por el Colegio de la Arquitectura Técnica de Valencia. “Nuestra labor principal es velar porque se cumpla el proyecto de ejecución y lo que está contratado. Hacemos el seguimiento de los materiales para comprobar que se ajustan a lo prescrito y contratado, y verificamos que la obra, en cuanto a encajes, es técnicamente acorde al proyecto, se ejecuta adecuadamente y cumple con la normativa. Además, coordinamos que se apliquen correctamente las medidas de seguridad en la obra", detalla a este diario durante una visita a las obras.

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- Foto: EDUARDO MANZANA
Una de las principales dificultades ha sido el encaje de las viviendas a la normativa actual. El reto técnico ha sido mayúsculo porque había que adaptar y cuadrar los nuevos parámetros a un edificio ya erigido y cuya construcción se inició en febrero de 2006, con anterioridad al Código Técnico de la Edificación (CTE), la norma actual que rige las edificaciones, y que entró en vigor en marzo de ese año. Especialmente, en lo referente al tamaño y superficie de cada piso. "El puzzle es el que es: no podemos mover ni un centímetro. Cada vecino quiere mantener los metros cuadrados que tenía originalmente, pero ahora hay ciertos requerimientos que cumplir que entonces no se exigían. Encajar eso ha sido el principal reto", explica Martínez.
La mayor parte de los cambios se concentra en el uso de materiales tanto externos en fachada como en el interior. Así, las medianeras entre viviendas,es decir, la pared que separa cada vivienda, pasará de ser de pladur a ladrillo. También, se va a revestir la fachada, con placas cerámicas. Además, el sistema de aislamiento será sustituido por lana de roca, eliminando los materiales previamente utilizados. "El edificio se construyó siguiendo las normativas de la época, pero ahora necesitamos adaptarlo a las nuevas exigencias", insiste el encargado de la dirección de obra.
De igual modo, se va a incorporar un nuevo sistema de evacuación, con una escalera adicional. De hecho, tras la tragedia, el Ayuntamiento de València publicó un dictamen, que exige una distancia mínima de tres metros cuando existan dos escaleras en los edificios para garantizar una mayor seguridad en casos de emergencia.
Pese a la magnitud del incendio y lo que se pueda pensar, los daños estructurales no fueron tan graves como se temía en un primer momento. Tras una evaluación del organismo de peritaje de estructuras Intemac se dio luz verde a la reparación sin necesidad de demoler el inmueble. Desde entonces, la empresa Quiesa ha estado reforzando los pilares y reparando la estructura existente.

- Obras de reconstrucción en el edificio de Campanar. -
- Foto: EDUARDO MANZANA
El proceso no ha sido sencillo. Tras vaciar los pisos y derribar toda la tabiquería, la estructura quedó completamente desnuda. Los muros ennegrecidos por el fuego fueron limpiados mediante un sistema de agua a presión para eliminar el hollín acumulado. Aun así, parte del material carbonizado quedó incrustado, por lo que se aplicó una pintura tixotrópica que lo encapsula y elimina los olores, de forma que se consigue una estructura óptima, como la de cualquier otra edificación, para seguir las siguientes fases. Este proceso permite devolverlo a un estado óptimo para continuar las obras.
Esta 'limpieza' arrancó desde los pisos superiores y fue hacia abajo para reforzar al máximo la estructura para permitir que pudiera iniciar su trabajo Dragados, encargada de los cerramientos e instalaciones. Uno de los principales desafíos ha sido proteger las armaduras metálicas, que dilataron con el calor y llegaron a fracturar parte del hormigón. “La mayoría de las actuaciones se han centrado en los forjados”, señala.
Una de las cuestiones que más ha llamado la atención a los expertos ha sido que la estructura resistiera al fuego, un hecho difícil de creer. "La carga térmica fue enorme, pero al destruir rápidamente el sistema de fachada, la temperatura extrema se liberó hacia el exterior y no afectó tanto al interior”, explica. El incendio, además, tuvo un comportamiento atípico, explica, en lugar de originarse dentro y propagarse hacia fuera, como suele ocurrir, el fuego avanzó desde el exterior hacia el interior, alimentado por los materiales de la fachada y las condiciones de viento de poniente. Aun así, los cimientos permanecieron intactos.

- Obras de reconstrucción en el edificio de Campanar. -
- Foto: EDUARDO MANZANA
Por ahora, no se han registrado imprevistos relevantes en el proceso de reconstrucción, que avanza a paso firme. Así, la previsión es que la fase de reparación de la estructura esté completamente terminada a finales de este año para empezar el próximo años con los acabados interiores y el montaje de la fachada. De hecho, en esta fase es cuando se intensificarán los trabajos y alcanzará el pico de trabajadores con un equipo de cerca de 160 personas para rematar la rehabilitación. La finalización de las obras está prevista para finales de 2026. Será en ese momento cuando se espera que el edificio esté acabado a la espera de las inspecciones municipales, las certificaciones y las licencias de ocupación. Por ello, la entrada de los vecinos se estima para el primer trimestre de 2027.
"Es un trabajo que va más allá de la construcción" explica Martínez, quien comenta que el día que fue a visitar por primera vez el residencial fue el posterior a la descomunal Dana del pasado 29 de octubre del pasado 2024. Dos tragedias que encogieron a los valencianos en un duro año. Por ello, Martínez agradece aportar y dejar su granito de arena en este proyecto. "Siento que puedo aportar a la comunidad en un momento tan difícil", concluye.

- Obras de reconstrucción en el edificio de Campanar. -
- Foto: EDUARDO MANZANA