La Asociación de Empresarios del Arenal de Xàbia ha puesto el grito en el cielo por la  celebración, este fin de semana, de la tercera edición del “Festival Mar de Jávea” que se desarrolla en dicha zona: en el recinto de La Fontana. Matizan, ojo, que se puede celebrar en otras fechas más descongestionadas de flujo turístico. Lo que no ven es que sea en las vacaciones de Semana Santa. Hay un festival de blues que se llevó a cabo a principios de abril por poner un ejemplo. Y ahora está una feria de artesanía.

En la asociación hay comerciantes, restaurantes y servicios de ocio (casi una treintena) según se puede leer en su raquítica web (aún andamos con esas). No cuentan con presidente  como tal, el cargo lo dejó hace tiempo Alfonso Pinel, aunque parece que quien dispone de más prédica es Marina Nou Fontana. Hace unos días lanzaron un comunicado advirtiendo en síntesis que Xàbia no puede convertirse en una especie de Magaluf, de jóvenes consumiendo botellón y estropeando a su vez la imagen del municipio, de turismo familiar y de calidad, lo que siempre ha sido. Incluso con residentes 'vips' como exministros, exministros austronautas, artistas, gentes adineradas y todo eso.

Hay frases jugosas en el comunicado: “Xàbia no puede ser un destino de despedidas de soltero o de fiesta descontrolada”. Rápidamente me viene a la cabeza Alicante con  la calle Castaños y adyacentes, epicentro del ruido y del desenfreno, despedidas de soltero incluidas. No digamos ya la “zona británica” de Benidorm, con jóvenes y no tan jóvenes puestos hasta el culo a partir de las 11 de la mañana como pude comprobar hace una semanas. Hasta en Orihuela, donde asistí este jueves a la Procesión del Silencia, hay una calle abarrotada de jóvenes con sus cervezas y gin-tonics armando un ruido casi infernal. Yo no anatemizo: he sido joven y festivalero. No voy a ponerme ahora en plan abuelo cebolleta. Para nada. Eso sí, con la edad no tolero el ruido (solo quedo a comer en terrazas).

No sé que pensara de todo esto la alcaldesa de Xàbia, la popular Rosa Cardona, en tanto en cuanto el Ayuntamiento colabora de un modo u otro en este certamen que promueve José Luis Iravedra (una web excelente, por cierto).

Pensando y repensando llego a la conclusión de que tal vez la Asociación de Empresarios del Arenal exageran un poco pintando el evento como una legión de litroneros que luego dejan la zona poco menos que convertida en un estercolero. Aunque hagan bien en prevenir de determinados excesos, que seguro que son minoritarios. La Comunidad Valenciana se ha especializado en festivales de rock, y música electrónica: desde el 'Rabolagartija' de Villena, donde ha llegado a actuar Rozalén,  al más prestigioso de todos, el FIB de Benicàssim: el mismo al que acudió Pedro Sánchez y su mujer usando el `falcon´ presidencial.

Le echo un vistazo al programa de lo de Xàbia y veo figuras de primera línea como Álex Ubago o Los Secretos. Nada malo puede salir de ahí. Un buen plantel de músicos en el que se incluye hip-hop, Dj's, o neo-reguetón feminista.

La elegancia se estila poco en los tiempos que corren. De ahí que me sorprendiera el artículo del profesor, admirado,  José Carlos Rovira (rojo, rojísimo) en el diario Información elogiando la figura de Vargas Llosa y obviando su viraje ideológico desde su primigenio marxismo  pro-castrista hasta sus posiciones liberales (la mismas que le llevaron a admirar a Margaret Thatcher). A mí eso me da más o menos igual. El único pecado del genial escritor fue el de apoyar a Keijo Fujimori en las elecciones peruanas de 2021.

Elegancia: el anterior director general de la televisión autonómica, À Punt, Alfredo Costa, dimitió sin hacer ruido nada más que se conoció que Carlos Mazón comió en “El Ventorro” el día de la  dana, 28 de octubre,  con la periodista Maribel Vilaplana para ofrecerle el puesto. Nada que ver con la estridente salida de José Luis Pérez Pont del Centro del Carmen (despido improcedente). Y eso. Ando muy escaso de ejemplos de elegancia.