Ya dijo Carlos Alsina que sabían a lo que iban. Me refiero a estos valientes que se embarcaron en una aventura trágica sacada de las catárticas historias helénicas y se subieron a un barco como al que se subió Ulises en la Odisea rumbo a Palestina. Han vuelto a casa antes de Navidad. Querían una historia que contarles a sus nietos. Aunque el Gobierno fue el primero que les pidió prudencia, ellos sabían lo que iba a pasar antes de que ocurriera. Estaba todo medido, ya tenían hasta los carteles de las movilizaciones en apoyo a la flotilla antes incluso de que esta navegara sobre las aguas. Era todo un paripé. Lo ha sido desde el principio hasta el final, incluso el epílogo del aterrizaje en España tras la repatriación ha estado cargado de un simbolismo ficcionado.
Durante el mes en el que esa expedición de intrépidos a la par que acomodados aventureros han emprendido esa misión, me he preguntado si todos esos hombres y mujeres no tenían que trabajar. Me extraña mucho que hayan dedicado su periodo vacacional legalista para llevar a cabo esa tarea tan altruista. Por cierto, es curioso que hayan tardado treinta días, teniendo en cuenta que el tiempo estimado de llegada de Barcelona a Gaza con escalas incluidas es de quince; tengo curiosidad a qué se ha debido esa demora. Si toda la tripulación de esa flotilla hubieran sido empleados de empresas privadas o autónomos, me hubiese dado igual lo que hicieran con su tiempo, cada uno es libre de hacer lo que quiera mientras esa libertad no perjudique al resto. El problema es que un buen número de esos marineros por accidente de la causa eran representantes públicos, diputados como Juan Bordera, que se han acogido a su derecho a interpretar la arbitrariedad y flexibilidad que le otorga su cargo en las Cortes Valencianas por Compromís para defender durante un mes su compromiso con Gaza. Tiene más moral que el Alcoyano.
Mencionaba antes a los autónomos y a los trabajadores de una empresa privada, dudo mucho que estos utilizaran un mes entero para un paripé semejante; te das la vuelta al mundo en un frente antifa y ahora gracias a Donald Trump la paz en Oriente Medio está cerca. Teniendo en cuenta que en agosto el curso político está parado y que nuestras señorías están de vacaciones, tenemos a unos diputados que han utilizado otro mes para su crucero gazatí con todo incluido. Han estado dos meses sin hacer su trabajo, sin desempeñar la función para lo que se les paga. Lo que no entiendo es por qué no aprovecharon el período estival para viajar y así no hacían pellas durante un mes entero. Como se iban a quedar sin vacaciones, prefieren que un soldado israelí les pegue un puñetazo en las costillas antes que quedarse sin su cañita en el chiringuito; a Bordera el derechazo del militar hebreo no es lo único que le ha recordado a su patria de la infancia, el tener dos meses de vacaciones también le ha hecho sentir como cuando tenía quince años.
Han vivido una segunda juventud, aunque irse de viaje en barco pagado por el contribuyente cuando tendrías que estar en tu escaño y no en un camarote es una mezcla entre viaje de fin de curso y excursión del IMSERSO.
Pónganse a trabajar, bájense del barco de las causas snob, pisen la tierra de una patria que también les necesita.