Opinión

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Qué piensa Diana Morant de Miguel Ángel Gallardo

Publicado: 31/05/2025 ·06:00
Actualizado: 31/05/2025 · 06:00
  • Miguel Ángel Gallardo.
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Hace apenas unos días que la ministra valenciana Diana Morant acusaba en una entrevista a Carlos Mazón, Presidente de la Generalitat, de huir hacia delante intentando salvar su silla a cualquier precio. Y que lo hacía, además, de un modo que le parecía a ella ciertamente indigno: manteniéndose aforado en virtud de su cargo público para no declarar en condición de investigado ante la jueza de Catarroja que dirige en este momento la instrucción que trata de depurar posibles responsabilidades por la terrible pérdida de vidas humanas ocasionada por la DANA del 29 de octubre de 2024. Y es cierto que algo de razón no le faltaba a Morant con esa afirmación, dado que algún indicio razonable debe haberse observado contra Mazón si la propia juez lo ha invitado a declarar en tal condición de investigado, aunque solo de manera voluntaria, dado precisamente el aforamiento del que éste disfruta ante el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la Comunidad Valenciana.

El rechazo por parte de Mazón a la invitación judicial, lo cual es su derecho, le dio pie a Morant a reprochar al President lo que a la ministra no le parecía algo ejemplar: protegerse el jefe del Consell tras ese aforamiento. Pero como las casualidades existen, ese mismo día en el que Diana Morant se despachaba así contra Carlos Mazón, saltaba la noticia en Extremadura de que un socialista, Miguel Ángel Gallardo, Presidente de la Diputación Provincial de Badajoz, renunciaba a su cargo y obligaba a una diputada autonómica y a los cuatro candidatos que le precedían en la lista electoral de su partido a renunciar al escaño para hacerle un hueco en la Asamblea extremeña. ¿Para qué? Para aforarse ante el TSJ, en este caso de su comunidad autónoma.

Por cuestión de pocas horas se libró Morant de tener que responder a la pregunta que cualquier periodista mínimamente profesional le habría planteado ante su declaración sobre Mazón, de haberse conocido en ese momento el malabarismo extremeño: ¿y qué le parece entonces aforarse en Extremadura un socialista? ¿igual o no de malo que si lo hace un popular en la Comunidad Valenciana? Y, sinceramente, hubiera sido interesante conocer esa opinión, sobre todo porque la comparación en este caso tiene un elemento importante a tener en cuenta: en el caso de Mazón, el aforamiento existía ya cuando sucedió lo que podría suponerle una imputación al aforado; pero en el caso de Gallardo, los hechos por los que ha sido ya de hecho no investigado, sino procesado por la jueza, son anteriores al aforamiento que éste acaba de lograr. O lo que es lo mismo: Mazón no buscó el aforamiento para blindarse, pero Gallardo sí. Y por eso precisamente resultaría de interés conocer la opinión de toda una flamante ministra del Gobierno de España sobre el particular. En términos comparativos, insisto, ahora que el argumento del y tú más es lo que impera.

Seguramente habrán trabajado en Ferraz el argumentario para poder explicar lo inexplicable: que si lo de Mazón es una indecencia de político inmoral, lo de Gallardo pide premio a la ignominia. Y, sinceramente, en este ejercicio permanente y diario de sorpresa al que nos someten quienes ejercen en política actualmente, de escándalo en escándalo y más allá, poco nos desconcierta ya, pero curioso, cuando menos curioso, habría sido escucharlo de boca de Morant.

 

  • La ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant. -

En el juego de trileros en el que se ha convertido la política actual, ningún personaje como Mazón o Gallardo deberían tener nuestro respeto. Ni el uno por rechazar dar explicaciones claras y de una vez por todas sobre lo que hacía y dónde estaba cuando ni hacía lo que debía ni donde debía, ni el otro por escaparse a donde dijo que nunca escaparía. Ningún respeto. Como ninguna consideración cabría guardar a otros personajes como Morant, capaces de señalar a quien tienen enfrente sin fijarse en quien tienen al lado, cuando son lo mismo, si no incluso algo peor.

En la escena política actual la hipocresía se ha convertido en puro cinismo, porque de ocultar la verdad por considerarlo vergonzoso se ha pasado prácticamente a presumir de mentir más y mejor, algo que ha permitido la falta de exigencia por la ciudadanía de esa ética de la que carece ya quien, simplemente, observa el espectáculo. Porque no lo duden: este monstruo es nuestro.

Es una pena que lo de Badajoz y Gallardo no llegara a tiempo para que alguien se lo cuestionara a Diana Morant al tiempo de pronunciarse sobre lo de Mazón y Valencia. Pero más lamentable es que, desde entonces, nadie le haya preguntado por ello. Que a nadie le interese cómo ve la ministra una cosa y la otra si las compara. Que nosotros mismos estemos predispuestos a creer que lo de cualquiera de ellos es aceptable y lo del otro no.

 

 

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