No mires a un elefante. Ignora la sociedad en la que vivimos, en el ambiente contaminado de las hogueras de las vanidades. Más que observar a un elefante deberíamos mirar a los lobos que abundan en este mundo, unos depredadores ante los que no se puede mostrar debilidad porque, como decía Julio Iglesias, en cuanto ven que te caes disparan a matar. Me sorprende que esté sorprendiendo las cloacas que están dejando un aroma nauseabundo en la política española. Pedro Sánchez lanza el espantapájaros de los buitres encarnado en Carlos Mazón a Alberto Núñez Feijóo y este a su vez lanza al presidente del Gobierno su propia caricatura acorralada por la corrupción. Huele a podrido, lo que me hace gracia es que nos llevemos las manos a la cabeza cuando la sociedad española en sí misma tiene un aroma parecido a ese.

No pretendo señalar a todos, evidentemente casi nadie de los que estamos aquí o los que están leyendo el artículo han hecho las presuntas tropelías que hicieron Koldo, Ábalos, Santos Cerdán y compañía. Sin embargo, habría que plantearse qué hubiésemos hecho cada uno si hubiésemos estado en el lugar de la cuadrilla del Peugeot. Trevijano confirmaba la teoría de Pablo Iglesias fundamentada en que los dirigentes que nos gobiernan no tienen tanto poder como parece y que la única forma de proyectar y materializar ese poder estaba en el uso de los medios que ostentaban esas capacidades para su propio beneficio. Les sorprendería la cantidad de gente que hoy se indigna por la presunta corrupción en la cúpula que en su día a día, en su pequeño cortijo, actúa de la misma forma. Personas que se escandalizan por las conversaciones camorristas entre los socialistas señalados pero que no tienen reparos en hacerse fotos con una alcaldesa del municipio de la Comunitat Valenciana que también fue objeto de unas conversaciones de locutorio con un empresario. Cuidado con lo que deseas, cuidado con lo que críticas, porque el caprichoso destino hará que te lo pienses dos veces antes de tirar la primera piedra; quizá tú también hayas abusado de tu posición privilegiada en alguna ocasión.

Como dije en el anterior artículo, lo de Ferraz va a hacer que Carlos Mazón quede como un hombre de Estado. Ahora, la guerra emprendida por Donald Trump contra Irán hará que Pedro Sánchez engorde su vanidad como referente de la izquierda pacifista y progresista; ejercerá algo así como un Greta Thunberg a la española, en nada se pondrá a dar gritos atacando a los ancestros por no haber evitado el conflicto como cuando la sueca se puso a reprochar a nuestros padres no habernos dejado un mundo más limpio. Sánchez nos dejará una España llena de mierda, pero por lo menos seremos pacifistas y uno de los pocos diques de contención de Donald Trump.

Esta carambola, la de un presidente de Gobierno que gracias a la escalada bélica va a poder esconderse en los cuarteles de invierno y erigirse como figura clave del anti-belicismo europeo, y la de un president de la Generalitat que gracias a esos escándalos del entorno de Pedro Sánchez podrá presentarse a las elecciones de 2027 e incluso ganarlas. El centinela de La Moncloa también puede usar su carta de internacionalización de su campaña política permanente para ganar las generales de 2027, reforzar su estatus de icono pop, una empresa que justifica cualquier sospecha; sobre todo teniendo en cuenta que a nivel doméstico el miedo a que gobierne el fantasma de la extrema derecha va a neutralizar todo abono apestoso.

Además, como digo, me gustaría saber qué haría la mayoría de la sociedad española de verse con los privilegios de la cuadrilla del Peugeot. Uno de los motivos por los que ha escandalizado al personal reside en que nos molesta que mientras nos están desfalcando la cuenta del banco con impuestos, algunos usaban ese dinero para recrearse en sus vicios más íntimos.

Todo seguirá igual, ya verán.