Opinión

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Mazón y el sorpasso de Vox al PP

Publicado: 21/10/2025 ·06:00
Actualizado: 21/10/2025 · 06:00
  • Carlos Mazón y Vicente Barrera.
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En la sede de Vox sobrevuela en el ambiente una figura literaria de los relatos políticos en España: el voto útil. En Bambú están desmontando el antiguo horrocrux del alma del PP que le hacía inmortal. El binomio bipartidista se ha mantenido durante cuarenta años a costa de engatusar a un electorado huérfano de representación, pero que encontraba en el Partido Popular y en el PSOE a su padre adoptivo por obra y gracia de la tutela del manido voto útil. Podemos no dio el sorpasso a los socialistas en 2015 gracias a la herencia electoral del recuerdo del gobierno de González y ZP. Ciudadanos no pudo doblegar a Pablo Casado en las primeras elecciones de 2019 porque más de 200.000 votantes escogieron al PP cuando en realidad querían de presidente del gobierno a Albert Rivera.

 

En Vox están siendo más listos que los anteriores, tienen la ventaja de la jurisprudencia escrita en las leyes no escritas de la política. Primero aplicaron la que subyugó a Ciudadanos al compartir los gobiernos con el PP y Santiago Abascal decidió romper el matrimonio entre Mazón y Barrera. Después están deconstruyendo y dando la vuelta a los intentos del PP de capitalizar el síndrome de Estocolmo de los votantes que siguen votando lo mismo durante cuarenta años. Sólo hay que ver el documental La última llamada para darse cuenta de que en la democracia española, salvo el ínterin coyuntural de Adolfo Suárez, los dos grandes partidos no han hecho más que repartirse el poder. En el fondo la gente quiere un cambio; conocida fue la ilusión que despertó el famoso pacto del abrazo entre Rivera y Sánchez en 2015, que no se llegó a concretar por culpa de Podemos. Lo que pasa es que a la hora de la verdad, cuando había que meter la papeleta, los seres humanos, animales de costumbres, terminaban confiando en los que les engañaron ya una vez.

 

En Madrid dicen que Vox está encantado con que Carlos Mazón siga al frente de la Generalitat, le gritan con un silencio alto que se quede. La formación de Abascal se está aprovechando de la debilidad del PP en la Comunitat Valenciana a nivel político y orgánico para asaltar la derecha española. Cada vez que Mazón cede a las prebendas de la formación conservadora, da un paso más en ser el heredero del PP; sirviéndose además del icono del president de la Generalitat para transmitir la imagen de un Partido Popular debilitado y desnortado. Atrás quedó aquel partido éticamente responsable que exigió a Vox defenestrar a Carlos Juberías por una condena de violencia machista, ahora son ellos los que mantienen a un negligente al frente del gobierno. Si los de Abascal se han callado ante la gestión de la DANA del PP y si han abierto la boca ante los movimientos de Francisco Camps es porque les interesa que su formación aliada esté quieta, sin ideas, por muy trasnochadas que parezcan.

 

Feijóo se encuentra en una posición delicada. Ha dejado que el tiempo cure las heridas reaccionarias, sin darse cuenta de que esos estigmas han cicatrizado sobre una piel nueva, o más bien, en una costra que ha inmunizado al votante de la derecha de todo complejo. Cuando Vox apela a ignorar los cantos de sirena sobre el voto útil es porque sabe que muchos votantes del PP no votan a Vox por ciertos complejos o remilgos. Como no encuentren la forma de hacer parar la hemorragia demoscópica a costa, entre otras cosas, de las articulaciones almidonadas de Mazón, los populares corren el riesgo de sufrir el sorpasso de Vox a largo plazo.

 

Por no hablar de que esa desorientación ideológica ha provocado que ahora el PP se haya convertido en una marca blanca de Vox que no hace más que seguir el rebufo de sus consignas con un cierto toque de moderación; la gente prefiere la receta original, miren lo que le pasó a Ciudadanos. Vox se abre camino pisando los cadáveres de los fantasmas de las legislaturas pasadas y usando como escudo humano el cuerpo renqueante de Mazón.

 

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