Faltan dos años para las próximas elecciones locales, pero si algo debería estar ya claro es que Elx no puede permitirse otros cuatro años más con un gobierno de extrema derecha.
Hace dos años, Pablo Ruz alcanzó la alcaldía de la mano de Vox. Desde entonces, ha convertido la gestión municipal en un escaparate superficial: girasoles, luces desmesuradas en Navidad, olor a incienso y estética kitsch. Todo muy vistoso, sí. Pero todo vacío.
Porque detrás de ese decorado hay un proyecto político profundamente reaccionario. Un gobierno que ataca los derechos de las mujeres trans, desprecia a los valencianoparlantes, protege símbolos franquistas y alimenta el odio hacia los migrantes. Un gobierno que no quiere transformar nada, porque su objetivo es conservar privilegios y frenar cualquier avance social.
Y frente a eso, ¿qué ha hecho la izquierda? Desde 2015, la representación a la izquierda del PSOE en el Ayuntamiento no ha hecho más que retroceder. Menos votos, menos concejalas, menos fuerza. Y sí, podríamos perder tiempo repasando decisiones, errores o excusas de Compromís, Esquerra Unida o Podemos. Pero la realidad es tozuda: en 2023, fallamos. Todos. Y el precio ha sido alto.
Por eso es el momento de mirar más allá de los partidos. De dejar de pensar que todo se soluciona con una suma de siglas o con pactos entre estructuras agotadas. La única salida real pasa por una ciudadanía movilizada, consciente, que no espere a que le pidan el voto, sino que se organice desde ya. Desde abajo, desde los barrios, desde los espacios que siguen vivos. Porque sin un movimiento ciudadano fuerte, plural y ambicioso, no habrá alternativa posible.
La izquierda no puede permitirse seguir gestionando la resignación. Tiene que ir más allá. Este no es un momento para cálculos pequeños ni para defender lo mínimamente justo. Es un momento para ser más ambiciosos que nunca. Porque ya no estamos solo hablando de avanzar. Estamos hablando de resistir. De conservar derechos básicos que están siendo atacados con toda la crudeza por gobiernos como el de Elx, que blanquean el odio con girasoles.
Sabemos que el contexto no ayuda: la ola reaccionaria avanza en España, en Europa y en el mundo. Pero eso no puede servir de excusa, sino de llamada a la acción. La gente consciente y organizada de este municipio tiene que asumir el protagonismo. No como apoyo de los partidos, sino como fuerza transformadora que los desborde, los rete y, si hace falta, los sustituya.
Los partidos no deben desaparecer, pero sí dejar de creerse el centro de todo. Si quieren sumar, que se abran. Que escuchen. Que cedan espacio. Que estén a la altura. Porque Elx no necesita más luces. Necesita justicia, dignidad y memoria. Y eso no vendrá de arriba. Solo vendrá si tomamos la palabra y nos ponemos en marcha. Es ahora. O unas toman la iniciativa y otras cedemos espacio o seguiremos teniendo un gobierno de ultraderecha en nuestro ayuntamiento. No hay más tiempo que perder, Elx lo necesita y lo merece.
* Marián Campello Moreno, exdiputada autonómica de Compromís
