Se reunieron en secreto, alevosamente, buscando en el sigilo un aliado en esta campaña para influir o asaltar el poder. Después se hicieron una foto de grupo, compartieron instantáneas y acechanzas de las comidillas comentadas. Paco Camps se volvió a reunir con un grupo de ex dirigentes Populares en un restaurante de la Comunitat Valenciana, tomó posiciones no se sabe muy bien para qué, escoltado por los odres viejos ante un vino nuevo que está amargo y decepcionando a propios y extraños. El otro día alguien con influencia en la Comunitat me preguntaba si sabía algo de lo que estaba tramando el ex president, de qué se trataban esos movimientos conjuratorios con aires conspiranoicos. Al hablar con algunos asistentes a esas últimas cenas retroactivas y perpetuas te dicen que hay ganas de cambio, de que se dé un golpe sobre la mesa en el Partido Popular de la Comunitat Valenciana. En público cierran filas, disimulan, declaran una lealtad velada a Carlos Mazón y su gestión de la Dana. Cuando se apagan los focos, las cámaras o se levantan las moquetas institucionales se despachan a gusto, no dejan títere con cabeza, manifiestan su desprecio a la camarilla zaplanista; no sé si es fruto de la hecatombe del pasado octubre o no es más que una revancha histórica aprovechando el agua de la Dana para servir fría la venganza.
A nivel interno, salvo ciertos acérrimos hipnotizados, la mayoría da a Carlos Mazón por amortizado, no le perdonan ese hecho que se ignora pero que el tiempo nunca pasará por alto: la comida en el Ventorro mientras había gente viendo cómo se inundaba su casa y su esperanza. Más de un asistente a esas comidas clandestinas con aires oficialistas por el eco de las redes sociales me ha dicho con el temperamento compungido que no le van a perdonar jamás aquella dejación de funciones gastronómica. Tienen esperanzas en hacer chocar las placas tectónicas del epicentro de Génova 13 con esas sibilinas fricciones desde dentro. Siento decirles que deben abandonar toda esperanza. Algo me dice que hasta que alguien en el Partido Popular no diga lo que piensa de verdad, Carlos Mazón va a seguir, no me refiero a que sólo va a aguantar la legislatura, sino que me atrevería a apostar porque va a repetir como candidato en 2027; cambiarle de cara a los próximos comicios sería darle la razón a Pedro Sánchez, poner de manifiesto la incapacidad del PP y sus dirigentes de gestionar las crisis. De poco servirá que se hagan conspiraciones brujeriles para invocar el conjuro que asaltará el poder en la Comunitat si después se dan espaldarazos públicos y notorios eximiendo de toda responsabilidad al jefe del Consell. Van listos si creen que cambiarán las cosas diciendo en las entrevistas o comparecencias públicas lo contrario de lo que piensan.
Se habla del caciquismo de Pedro Sánchez, de cómo ha convertido su partido en una extensión de sí mismo. Sin embargo, en el PSOE hay más discrepancias internas que en el Partido Popular. No veo a ningún barón protestar por la actitud de Mazón previa a la Dana, reprocharle su dejación. Me gustaría ver a un Juanma Moreno Bonilla poseído por el espíritu autocrítico de Emiliano García Paje, o a un Francisco Camps emulando a Felipe González en su papel de genio que sale de un jarrón chino.