ALICANTE. Ha habido un repunte en la literatura erótica en los últimos años a raíz del éxito de Cincuenta sobras de Grey. Eso es innegable. No solo las autoras de habla inglesa se han puesto las pilas en escribir historias de corte romántico y erótico, sino que en España también han surgido nuevas voces. Monica Escoda es una de ellas. Con dos novelas ya publicadas, Pasión en la cocina y Pasión entre Máscaras (Ediciones Dulcelectura), se perfila como una de las más interesantes y prolíficas de Alicante.
Aunque su éxito traspasa las fronteras de la Comunitat, en el Salón Erótico de Barcelona vendió 236 ejemplares sin apenas promoción, algo al alcance de muy pocos. “Vi por internet una publicación del Salón Erótico de Barcelona. Pensé que, al ser un festival erótico, mis libros encajarían muy bien allí, así que me puse en contacto con ellos”, comenta Escoda. “Me dijeron que en cuanto se supieran fechas me lo comunicarían, así que después de unos meses, se pusieron en contacto conmigo diciéndome que me invitaban a participar los cuatro días que duraba el evento a estar allí con mis libros”, recuerda.
Sin duda la escritora tuvo muy buen ojo, porque asistir a eventos donde seguramente haya público más proclive al género siempre es una buena idea para promocionarse y vender. “Era la única escritora, todo lo que había por allí eran muchas tiendas sexuales que vendían vibradores, lubricantes, látigos, etcétera”, explica. Sin duda el primer impacto de estar vendiendo libros siendo la única que lo hace, debe sorprender. “Al principio me sentía como una extraña preguntándome, ¿qué hago yo aquí?, pero después, según como iba viniendo la gente y ver el trato que tenían conmigo, ya me empecé a relajar y a sentirme más cómoda”, dice la escritora. “El primer día, que fue un jueves, no hubo mucha gente y vendí algo menos, pero el viernes y el sábado fue una locura la gente que había allí”.
En un lugar como el Salón Erótico de Barcelona, seguro que hubo alguna anécdota. “Me hizo gracia una lectora que cuando vio mis libros, empezó a dar saltos. Mi amiga Yolanda y yo nos quedamos mirando porque no sabíamos qué le pasaba a la chica”, relata la autora. “Me acerqué a ella y le dije que yo era la autora de esos libros y me abrazó y se puso a llorar. Me dijo que no se podía creer que estuviera allí, que era una de sus escritoras favoritas. Se hizo un montón de fotos conmigo y se llevó los dos libros en papel, ya que ella lo había leído en digital. Fue una experiencia increíble poder sentir esa emoción que tenía en ese momento”, comenta con emoción. Y es que no todos los días suceden estas cosas.
A pesar de todo, estar rodeada de tantas tiendas que nada tenían que ver con la literatura, debe asustar. “El jueves había muy poquita gente y sí me compraban libros, pero donde había más clientes era en las tiendas eróticas, así que pensé que no iba a vender mucho por todas las tiendas que me rodeaban”, comenta. “Pero cuando vi el viernes y el sábado las colas que se me formaban para adquirir mis libros y para que se los firmara, empecé a temblar de los nervios que tenía. No daba abasto con las firmas”, reconoce la autora.