ALICANTE. Él éxito puede sorprender a la vuelta de la esquina. No hay reglas. Dar con la tecla puede disparar una carrera profesional al inicio de la misma o puede llegar ese reconocimiento al final, cuando se ha acumulado el suficiente bagaje y aprendizaje. Incluso puede no llegar nunca. Sin embargo, el festival de ficción criminal Alicante Noir contará este viernes con dos autores literarios que lo han conocido bien. Una es la voz de la experiencia y el otro un talento emergente. Elia Barceló (Elda, Alicante, 1957), que presenta su última novela, Muerte en Santa Rita, y Blas Ruiz (Rafal, Alicante, 1984), que se encuentra promocionando El cuento del lobo. Estos dos alicantinos dialogarán, a fuego lento, para intercambiar impresiones sobre sus propias trayectorias, el estado del sector o sus últimos proyectos. Una cita que comenzará a las 18 horas en Espacio Séneca.
Elia Barceló atesora en su haber decenas de libros. Casi tantos como premios. De hecho, hay gente prolífica y luego está ella, que genera historias como el champán burbujas. “Cuando estoy quieta o me acuesto por la noche empiezan a venirme cosas a la cabeza”, afirma. “Giros posibles en la trama, nuevos personajes, etcétera. Y siempre son todas buenas. “Me gustaría tener un botón de para desconectar del trabajo”, confiesa. Las dudas le llegan cuando se le acumulan esas historias y tiene que dar prioridad a una. Por eso, en alguna ocasión, ha intentado escribir varios libros a la vez, aunque al final uno acaba llevándose gran parte de su tiempo. “A veces tengo tres o cuatro en la cabeza, pero termino declinándome por la historia con la que más me identifico en ese momento”, explica. Y cuando lo está abordando, en las pausas de este, ya está pensando en cómo resolver problemas del siguiente.
El exigente trabajo de Elia como profesora de Literatura Hispánica en la Universidad Innsbruck (Austria) no le dejaba demasiado tiempo para buscar la inspiración. Por eso aprendió a no necesitar mucho para encontrarla. Le llega en autobuses, aeropuertos o en su propio estudio, sobre todo ahora, una vez jubilada. “Yo escribo como sea y donde sea”, sentencia. “Lo ideal es estar mi mesa, con todos mis trastos alrededor y, que me dejen en paz durante”, afirma. No se pone exquisita, pero es cierto que suele necesitar una torre de libros con los que no solo se documenta, sino que también se ambienta. “Voy seleccionando informaciones, pero también me ayudan a meterme en el ambiente si son realistas”, explica. De vez en cuando repasa esas prosas con las que consigue un feeling especial que le ayuda a desarrollar sus historias.