ALICANTE. El primer pleno sobre el estado de la ciudad celebrado este viernes confirmó que hoy por hoy no existe posibilidad de entendimiento. Ni entre gobierno y oposición, ni casi entre los propios componentes del gobierno: PSOE, Guanyar y Compromís. Al margen del silencio del alcalde, el socialista Gabriel Echávarri (quien ejerció su derecho a intervenir para no hacerlo pese a que se había convenido que abriría y cerraría la sesión con sendas intervenciones de 15 y 10 minutos), la única noticia que depararon las tres horas de intercambio de discursos es que de los miembros de la corporación municipal sólo puede esperarse por ahora enfrentamiento, división y cruce de reproches. Mal augurio para la gobernabilidad de la segunda capital autonómica y pésimas perspectivas para la definición del Alicante del futuro.
Todos y cada uno de los portavoces centraron sus esfuerzos en defender su propia parcela, su acción o su omisión, en estos 15 primeros meses de mandato. Nada de tender puentes, nada de llegar a acuerdos. Sólo el tímido llamamiento que el líder de Compromís y portavoz del tripartito, Natxo Bellido, lanzó hacia la bancada de Ciudadanos (C's) para que arrimasen el hombro y ayudasen a aprobar los próximos presupuestos. No en vano, como admitió el propio primer edil en una entrevista concedida a Alicante Plaza el futuro de las cuentas municipales de 2017 está en sus manos. Eso sí, hasta ese mensaje no pasó de ser un ofrecimiento tímido, nada del cortejo que cabría esperar de un equipo de Gobierno en situación de minoría, que depende del voto de al menos un concejal de la oposición para sacar adelante cualquier iniciativa desde que, el pasado marzo, se precipitase la expulsión de la exconcejal de Vivienda y Acción Social, Nerea Belmonte, por pérdida de confianza en su gestión (había adjudicado de forma directa contratos menores a personas afines).
Tras las formalidades previas que sí desgranó Echávarri (básicamente las reglas del juego por las que se iba a regir el debate, con dos turnos de palabra por cada grupo político; o que el anuncio de que esta modalidad de pleno se repetiría en los meses de octubre de 2017 y 2018 y en abril de 2019), la contienda dialéctica la inició precisamente Bellido. El representante de Compromís comenzó resaltando lo que ya explicaron las urnas el 24M, que el bipartidismo había muerto y, con él, el "caldo de cultivo para la corrupción y la opacidad" al que había llevado. Y barrió para casa al presumir de la capacidad de entendimiento de su partido (fruto de la confluencia de Bloc, Iniciativa y Els Verds). Después, repasó el punto de origen que el tripartito se encontró al llegar al poder (un "ayuntamiento hipotecado e intervenido") y pareció que iba a defender una posición de gobierno al sostener que los tres socios se habían conjurado para salir de "este atolladero", "de esta ciudad sin ley en la que el PP gobernaba a favor de los amiguetes", con el reto de "cerrar los debates abiertos: los horarios comerciales, los veladores, los graneles y también Ikea, con una propuesta asumible y sin líneas rojas, más allá del interés de la ciudad". Sin embargo, tras destacar el logro de una ayuda europea de 11 millones para llevar a cabo el proyecto de regeneración urbana del espacio situado entre los castillos de San Fernando y Santa Bárbara, se centró en la defensa de las áreas controladas por Compromís.
Bellido: "Hemos venido a cerrar los debates abiertos; los horarios comerciales, los veladores, los graneles y también Ikea, con una propuesta asumible y sin líneas rojas, más allá del interés de la ciudad".
A Bellido le sucedió el vicealcalde y portavoz de Guanyar, Miguel Ángel Pavón, con idéntica cadencia. Arrancó con la crítica a la herencia recibida y, después, dio un primer titular: que su intención era agotar el mandato con la hoja de ruta que se firmó el 12 de junio. De aquí, pasó al mensaje directo habitual a la tránsfuga (ex de Guanyar) a quien le reclamó el acta y regresó a las concejalías de su grupo para defender sus posiciones políticas frente al fuego enemigo, sí; pero también amigo. Sobre el bloqueo a la concesión de licencias, dijo que el tiempo de resolución se ha multiplicado por la reactivación del sector de la construcción. Sobre el Plan General, dijo que ya se ha aprobado uno de los documentos de base (el catálogo de protecciones que incluye elementos patrimoniales y paisajísticos). Sobre los problemas de ruido y los veladores, señaló que se ha comenzado a poner orden con el veto a la instalación de nuevos locales de ocio en el Casco Antiguo y con la ordenación de la hostelería. Sobre la actividad de los graneles, que se trata de poner fin al limbo en el que se ha operado durante años. Y sobre la limpieza, que se ha reestructurado un servicio que el PP dejó blindado hasta 2021.