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La desconocida Reina de las lavanderas

  • Llegada de la Reina Maria Victoria a Alicante

Una vez más el puerto de Alicante se vistió con sus mejores galas. También se engalanaron buques de guerra y barcos mercantes allí amarrados o fondeados en la bahía. No era para menos, la ocasión lo merecía. En un ambiente de fiesta, ese que se produce de forma espontánea en las grandes ocasiones. Como cuando la ciudad recibió en sus muelles a la Reina Isabel II o, años más tarde, al Rey Alfonso XII.

Esta vez, con tanta pompa, tanto protocolo, nada impidió a los alicantinos, y a los que vinieron de fuera de la ciudad, acercarse a verla y colmar su curiosidad. Allí estaba ella, recibida entre aplausos y vítores. Y eso que era una desconocida para el pueblo. Daba igual, la admiraban por venir a aquella España convulsa como Reina Consorte, con ese halo de misterio que lo hizo todo más interesante. Nada hacía pensar en ese momento que sufriera un atentado en Madrid cuando paseaba en carroza con su esposo el Rey Amadeo de Saboya, del que sobrevivieron, ni que tendrían que sufrir no pocas tensiones en la Corte.

Por la pasarela del Príncipe Humberto, buque de guerra italiano, bajaba la “rosa de Turín”, como llamaron allí antes de casarse a María Victoria dal Pozzo y della Cisterna. Era el 16 de marzo de 1871. Pero ¿que sabían de ella los españoles? Para todos era una desconocida. A los quince años se definió así misma como “muy alegre y me gusta gozar de la vida. No me gusta nada el campo y estoy deseando volver a Turín y proseguir mis clases (…) He vuelto a mis estudios con mucho placer. El estudio es para mí como el pan para otros. Sin estudiar no podría vivir”.  Muy aficionada a la lectura, le gustaba leer los textos en su lengua original. Hablaba y leía correctamente en italiano, latín, griego, francés, inglés, alemán y español.

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