Felipe VI no es Juan Carlos I. Carles Puigdemont no es Jordi Pujol. Ximo Puig no es José Luis Olivas. Mariano Rajoy no es Adolfo Suárez. Ni Aznar. Ni Felipe González. César Sánchez no es Antonio Fernández Valenzuela. Joan Ribó no es Rita Barberá. Gabriel Echávarri no es Sonia Castedo. Oriol Junqueras no es el arquebisbe de la Marca Hispánica. Ni siquiera un hijo ilegítimo de Alejandro VI ni de Lucrecia Borgia. Nadie recuerda nada. La mayoría de los supervivientes no recuerdan nada. Blade Runner 2049. Lágrimas de lluvia. En una guerra corrosiva, sin cuartel, todos sentimos nuestra voz replicante a lo Roy Batty: “yo he visto cosas que vosotros no creeríais”. Harrison Ford no es la puerta de Tannhäusser.
Mañana es la festa de tots els valencians. Hemos salvado el 9 d’Octubre -no sé si por una cuestión jurídica, deferencia o respeto institucional- del tsunami català. Pels pèls. En mi pueblo habrá paella popular y baile de disfraces de concejales, pero el centro de atención estará, como siempre, en la Plaça de Manises. Ximo Puig se ha elevado por encima de las circunstancias y ahora resulta que nos ha salido un president/president. Capaz de defender la dignidad de los valencianos en lo más crudo de la tensión de una semana atroz. Ha mantenido una posición firme en defensa del Estado de Derecho y el diálogo de la política, un perfil propio desde la lealtad constitucional y partidaria, tendiendo puentes y guardando una preciosa y apreciada vía de comunicación personal con Carles Puigdemont. Vicente Boluda, al lado de Juan Roig, auguró la temperatura en el acto de la reivindicación del Corredor Mediterráneo en Madrid: “lo nuestro es otra guerra”. La pésima gestión política y de orden público del 1-O ha sido, como quería Mariano Rajoy, el fin de la carrera política de Soraya Sáez de Santamaría. Y de la Sra. Cospedal. Rajoy un es hábil depredador como sobreviviente político en la selección darwinista intrapartidaria, pero un auténtico fraude como gobernante: así lo acaba de lamentar José María Aznar. Que se siente presidente de la III República. La mayoría de ciudadanos, opinadores y dirigentes internacionales y la derecha ejerciente están directamente cabreados, cuando no decepcionados, con la inacción política de Rajoy, que, literalmente, ha socarrat –somos la familia Borbón- la Corona. Todos molestos, hasta el ejército, menos, claro está, el cerebro de la operación popularista de la Plaza de Colón anti dialoguista y por la paz en las plazas de los ayuntamientos. El jefe de Gabinete de MRajoy, el catalán hijo de la alta burguesía barcelonesa que se mueve en la sombra: Jorge Moragas. Otro buitre leonado. Puede que el PP sienta un subidón ante tanta bandera nacional. Que no le garantiza una exacta correlación de rédito electoral. Ni los pitidos a Gerard Piqué ni la propaganda en la red suturarán la herida con Catalunya que nos trascenderá. Blade Runner 2149. Esperemos que nuestros biznietos se reconozcan en alguna otra identidad -integradora o no- pero en convivencia.