Quién nos los iba a decir que veríamos los pedazos de la izquierda más izquierda despellejarse en asambleas abiertas, impugnaciones, cartas públicas y deseos de una vida mejor. Al fracaso del tripartito progresista de Alicante, se nos suma ahora el de la izquierda de las lecciones, el que sigue pensando que la vida se resume todo entre derecha e izquierda, entre arriba y abajo, entre buenos y malos.
La cosas del destino quisieron que Guanyar Alacant sufriera una ciclogénesis electoral la jornada del 25 de mayo de 2015, con seis concejales -una tendencia muy parecida a otras ciudades en las que no existe un Compromís fuerte-aprovechándose del tirón, y del engaño perpetrado a Podemos, en su momento más álgido. Como se ha oído en más de una ocasión en el Ayuntamiento de Alicante, el líder de esa coalición de izquierdas creada ad hoc, Miguel Ángel Pavón, es, era y ha sido hijo de un vientre de alquiler político, Guanyar Alacant, que supo capitalizar el voto de la frustración generada por los gobiernos sospechosos y turbios del PP con Sonia Castedo y Díaz Alperi.
Hoy, dos y medio año después, sus cinco concejales -la sexta ya fue rápidamente expulsada del Gobierno por causas menores por una maniobra de manual político, a beneficio del PSOE, y que los linces de Guanyar no vieron ni de lejos-, dos facciones del grupo municipal se pelean por los restos de un naufragio político, que amén de las inestabilidades del alcalde y sus causas judiciales pendientes, nunca ha tenido la flexibilidad para saber cuándo se debía estar dentro del Gobierno municipal y cuándo fuera. Y esa disyuntiva no sólo no ha sabido gestionarla Guanyar, si no parte de toda la izquierda alternativa a la hora de afrontar retos importantes.