ALICANTE. "Ignorancia". Los protagonistas de la que es la ópera prima del director alicantino Manuel Galipienso -producida por Oceánica Films S.L. junto a su mujer, Pascale Prêcheur, experta en conducta animal, ambos etólogos- optan en su mayoría por esta definición cuando se les pregunta acerca de la relación entre el ser humano y los animales en la actualidad. Pero el documental Animales, por el camino de en medio, recoge otras como "crueldad", "dependencia", también "empatía". Precisamente con el objeto de no salirse del umbral de la imparcialidad. "No es una película animalista, sino informativa", insiste el realizador de Alicante. "La idea es poner de manifiesto una situación que viven los animales a día de hoy en nuestro país, y qué mejor que explicado por la gente que está todos los días con ellos, tanto animalistas, como profesionales o instituciones", aclara. Por tanto, Animales, documental invitado en la 17ª edición del Festival de Cine de Alicante, del 17 al 24 de octubre este año, no ha querido subirse al carro de ninguna moda. "Se tratan aspectos también con los que los animalistas no están de acuerdo, como el cautiverio, por ejemplo", avanza.
Circos, parques, zoológicos, centros de rescate. Variedad de fuentes de información. La pareja de directores ha logrado reunir, por primera vez, a más de una veintena de organismos públicos, empresas y profesionales más importantes de España relacionados con el mundo animal. Un documental que trata de 'recolectar' los variopintos tipos de prisma que existen, intentando dilucidar el papel de los animales a día de hoy, ya sea por alimentación, por satisfacción personal o bien ayudando al ser humano en sus actividades diarias. Todo surge a raíz de la bonita experiencia que vivieron cuando trabajaban en un delfinario, en Mundomar, como entrenadores de estos animales. "Ya llevamos tiempo detrás de querer hacer un documental para expresar lo que se hacía", confiesa Galipienso. "No obstante, no ponemos de manifiesto nuestra opinión en la película para que la gente saque sus propias conclusiones", remarca. "Hay personas que consideran al animal domesticado un tipo de cautiverio. Esas opiniones distintas son las que hemos querido que la gente escuchara y viera, intentando aunar entre todos esa controversia que existe, hacer ver que ni todo es blanco ni tampoco negro, intentar ir por un camino que una", subraya el alicantino.
"Por ejemplo, en el tema de los toros no nos podemos meter porque da para una trilogía, y yo en particular, para intentar ser justo, no me veía entrevistando a un torero", reconoce Galipienso. Por "respeto" en ambas direcciones, insiste. "Nos centramos en lo que más conocemos, que es el tráfico ilegal de animales", básicamente el tema central del documental. En su época de Mundomar ya colaboraban para combatir esta lacra. "Yo era el responsable de Salvamento Marítimo de Cruz Roja de la provincia de Alicante, todo lo que varaba en las playas era responsabilidad mía, tenía que saber a quién llamar", recuerda. Por aquel entonces estaba el Centro de Recuperación de Especies, que depende de la Comunidad Autónoma, y Raúl Mérida -Arca de Noé-. "No había nadie más", insiste. Y es que, desgraciadamente, el tráfico ilegal de animales encuentra una puerta enorme por las costas alicantinas. "Entran por Alicante para llegar a España y, de aquí, a Europa. El tráfico irregular de especies está entre los tres negocios ilegales más conocidos del mundo, junto a la droga y las armas, que a veces se pagan con animales, primates, por ejemplo", denuncia Galipienso. Desde tortugas, hasta aves, serpientes, y las crías de monos de Gibraltar, apelotonadas en tubos por un precio de 3 euros. En este sentido, destaca la labor de la Fiscalía y la Guardia Civil, a través del Seprona -el tema de la cría, de entrada y salida de animales, es competencia del Ministerio de Economía-. "Es encomiable. Nos hemos puesto cámaras y hemos seguido el trabajo que hacen", asegura el alicantino. "Aquí la cuestión es que no sabemos cuántos animales llegan a las fronteras, ni cuántos han sacrificado, igual que no se saben los perros que mueren en las perreras", insiste. "Cuando los animales llegan a las aduanas, la Guardia Civil no tienen ningún lugar adonde dejarlos", lamenta, por último.