AlicantePlaza

sed buen@s y leed: Cómic 

Final de trayecto para el Berlín de Jason Lutes, 22 años después: 'Ciudad de Luz'

Astiberri culmina la publicación de la trilogía de Jason Lutes sobre el final de la República de Weimar visto a través de los ojos de su capital

ALICANTE. En la introducción a su manual Cómo escribir e ilustrar una novela gráfica, el teórico británico Mike Chinn cita una convencional definición de novela, no por ello menos certera: "Obra literaria en prosa, de cierta longitud y de carácter ficticio, que suele tratar las relaciones humanas y cuyo hilo argumental se basa en las acciones, diálogos y pensamientos de los personajes". A continuación viene a decir que si adjetivamos el sustantivo novela con el adjetivo gráfica, referido a las imágenes, obtendremos la aproximación más adecuada y simple a este género cuya etiqueta clasificatoria se encuentra ahora mismo en todos los chascarrillos de los críticos especializados en el… ¿cómic, tebeo, historieta gráfica? Chinn situaba el año cero del nacimiento de la novela gráfica en la publicación, el año 1978 de Contrato con Dios, el trabajo de auténtico aliento literario y reflexivo de un grande del trazo de tinta, Will Eisner, que ya había demostrado su potencia narrativa, su originalidad y la creación de un universo propio y un estilo generador de escuela, en sus colaboraciones para la prensa y la creación del personaje Spirit, caricatura quijotesca del mundo de los superhéroes.

El propio Eisner publicaba, en 1990, su propio manual, El cómic y el arte secuencial. Teoría y práctica de la forma de arte más popular del mundo. En 1990, la subcategoría novela gráfica todavía se encontraba en los momentos previos a su consolidación, a pesar de contar ya con obras y autores seminales, como Art Spiegelman y su Maus (1980), Harvey Pekar y American Splendor (1976), Cuando el viento sopla de Raymond Briggs (1982), el crossover que lo cambiaría todo Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons (1986), o The Sandman, de Neil Gaiman, que había comenzado a publicarse en 1988. A pesar de todos ellos, Eisner reflexionaba sobre que “el futuro de este medio está a la espera de autores que crean de verdad que la aplicación del arte secuencial, con su entrelazamiento de palabras y dibujos, puede lograr una dimensión de comunicación que aporte al cuerpo de la literatura -y es de esperar que a un nivel nunca antes alcanzado- toda una reflexión sobre la experiencia humana”.

Ese alto nivel al que se refiere Will Eisner ha llegado con la siguiente gran generación de autores que ha convertido la novela gráfica no tanto en un boom, como es descrita de manera un tanto simple a menudo, como en un patrón narrativo sobre el que desarrollar nuevas propuestas visuales, y desarrollos argumentales, generando, incluso, la creación de subgéneros del subgénero inicial.

Una de estas especializaciones ha sido la novela gráfica histórica, que trata de cubrir, en muchos casos, el hueco dejado en el tratamiento de la historia reciente por otras artes, como es el caso de la quinta y la sexta, la literatura y el cine, o consiguiendo un combinado cuasi perfecto de lo recogido en ellas, sea la pintura, la arquitectura, o las propias artes narrativas y audiovisuales. El cómic hispano goza de muy buena salud y autores y obras que son referencia a nivel internacional: Alfonso Zapico con La balada del norte, Antonio Altarriba y Kim con El arte de volar, o Paco Roca y Los surcos del azar, son algunos ejemplos de la gran cosecha del cómic español en cuanto a la intersección entre arte secuencial y memoria histórica.

Recibe toda la actualidad
Alicante Plaza

Recibe toda la actualidad de Alicante Plaza en tu correo