La celebración del congreso de directivos Fexdir en Alicante nos devuelve poco a poco a la normalidad. Aunque hay cosas que se parecen, y las ediciones anteriores pueden parecerse, está claro que vamos hacia una nueva normalidad. No en las formas, que siguen siendo las mismas, aunque con más distancia y mejor higiene, también en los contenidos. La pandemia va a generar (si no lo ha hecho ya) nuevos desafíos y nuevos debates en las empresas. La presidenta del Circulo de Directivos (al que creo que habría que añadirle la nomenclatura de Directivas), Eva Toledo, lo puso sobre la mesa, y generó un amplio debate sobre el papel del factor humano en las futuras relaciones y toma de decisiones. Posteriormente, lo hizo el presidente de Caixabank, José Ignacio Goirigolzarri, aunque con algo más manido, pero quizás más urgente que nunca: la productividad de las empresas, "el nudo gordiano de la economía española", como él mismo lo definió.
Todo tuvo su contexto, y sus matices. Quizás Fexdir iba en caminado a abordar cuestiones sobre cómo salir de la crisis y con qué grado de digitalización, o sostenibilidad, iban a hacerlo las empresas. Y al final Eva Toledo consiguió que todos los intervinientes y políticos acabaran sucumbiendo en la necesidad de encajar el factor humano y emocional en la normalidad de ahora. El confinamiento nos desaliñó a todos, menos en aquello que era preciso hacerlo de manera presencial, pero la normalidad de ahora da otra oportunidad a la presencialidad y la necesidad de que las compañías introduzcan el valor emocional como un valor añadido en sus relaciones. No sólo en las comerciales, para vender y ofrecer un mejor servicio a sus clientes, sino también para conseguir que sus empleados se vean más reconocidos y, al mismo tiempo, más implicados en el proyecto empresarial.
La pandemia ha roto barreras. Hemos demostrado que podemos sostener la economía desde nuestras casas -excepto en aquello que es necesario estar a pie de obra-, pero Toledo introdujo un elemento disruptivo que a veces olvidan los propios directivos, los empresarios y, como no, los políticos. La frase vale para todos ellos: "No olvidemos que los detalles importan y que una organización está formada por personas que trabajan por un mismo sueño, pero cada una con sus alegrías y tristezas, sus debilidades y fortalezas, y que todos, absolutamente todos importan". Toda una lección que debería hacer reflexionar. Lo que vino a decir Toledo es que viene -si no lo hay ya- un cambio de paradigma en la gestión de los recursos humanos y de la propia empresa. Como dijo la presidenta del Círculo, "nuevas materias que deben aportar valor al planeta". Además de resultados, porque el objetivo de una empresa siempre son los resultados positivos, está el entorno, el emocional y el físico, que hay que cuidar. Lo de cuántas más gallinas entren o más gasten es importante, pero ahora hay otros elementos que entran en juego, y que, además, también aportan un valor añadido a una compañía o a un producto.