VALÈNCIA (EP/VP). El mensaje navideño del Rey Felipe VI ha recordado el proceso de Transición democrática que vivió España hace 50 años y ha reivindicado la necesidad de "preservar la confianza" y no "cruzar líneas rojas" en tiempos "ciertamente exigentes" y "convulsos" en los que las sociedades democráticas atraviesan "una inquietante crisis de confianza" y ante "la tensión en el debate público" que, ha dicho, "genera desafección".
Desde el Palacio Real, como ya ocurrió el año pasado y también en 2015, el monarca ha advertido del "hastío" ante la tensión político y la pérdida de confianza de los ciudadanos en las instituciones así como de las dudas respecto al futuro de los más jóvenes, alertando de que ello nutre a "extremismos, radicalismos y populismos".
Felipe VI ha recurrido a dos hitos en la historia reciente de España, el 50 aniversario del inicio de la Transición tras la muerte de Franco y la entrada de España en la UE el 1 de enero de 1986, para reivindicar la capacidad de los españoles de superar los desafíos de cada momento y también para mostrar su confianza tanto en el presente como en el futuro.
"La Transición fue, ante todo, un ejercicio colectivo de responsabilidad", ha subrayado el monarca, incidiendo en que "surgió de la voluntad compartida de construir un futuro de libertades basado en el diálogo" y tuvo como resultado que "el pueblo español en su conjunto fuera el verdadero protagonista de su futuro y asumiera plenamente su poder soberano".
Quienes la protagonizaron, ha añadido, "aun con sus diferencias y sus dudas, supieron salvar sus desacuerdos y transformar la incertidumbre en un sólido punto de partida, sin tener la certeza de lograr lo que buscaban". "Aquel coraje, el de avanzar sin garantías, pero unidos, es una de las lecciones más valiosas que nos enseñaron", ha resaltado.
El resultado fue la Constitución de 1978, "el conjunto de propósitos compartidos sobre el que se edifica nuestro presente y nuestro vivir juntos, un marco lo bastante amplio para que cupiéramos todos, toda nuestra diversidad", ha señalado.
La entrada en la UE, cuyo tratado de adhesión se firmó precisamente el 12 de junio de 1985 en el Salón de Columnas en el que el monarca ha pronunciado su discurso, puso fin a "una etapa marcada por un prolongado distanciamiento de una Europa con la que compartimos principios y valores y un proyecto común de futuro". "Europa no sólo trajo modernización y progreso económico y social: afianzó nuestras libertades democráticas", ha valorado.
En estas décadas, España ha experimentado una "transformación sin precedentes" y ha conseguido "consolidar las libertades democráticas, el pluralismo político, la descentralización, la apertura hacia el exterior y la prosperidad". "Nuestra sociedad está forjada por generaciones que recuerdan la Transición y por otras que no la vivieron y que han nacido y crecido en democracia y libertad", ha resaltado.
En este punto, Felipe VI ha pasado ha hablar de la actualidad para admitir que "vivimos tiempos ciertamente exigentes". "Muchos ciudadanos sienten que el aumento del coste de la vida limita sus opciones de progreso; que el acceso a la vivienda es un obstáculo para los proyectos de tantos jóvenes; que la velocidad de los avances tecnológicos genera incertidumbre laboral; o que los fenómenos climáticos son un condicionante cada vez mayor y en ocasiones trágico", ha enumerado.
Hastío y desafección ciudadana
"Tenemos muchos desafíos", ha reconocido el Rey, incidiendo al mismo tiempo en que "los ciudadanos también perciben que la tensión en el debate público provoca hastío, desencanto y desafección". "Realidades, todas ellas, que no se resuelven ni con retórica ni con voluntarismo", ha prevenido.
Felipe VI ha apuntado que la receta del éxito en estos 50 años frente a los desafíos, tanto internos como externos, ha sido "voluntad, perseverancia y visión de país". "Lo vimos en crisis económicas, en emergencias sanitarias, ante catástrofes naturales, y también lo vemos cada día en el trabajo callado y responsable de millones de personas", ha agregado.
"España ha progresado cuando hemos sabido encontrar objetivos que compartir. Y la raíz de todo proyecto compartido es necesariamente la convivencia", ha sostenido el monarca, subrayando que es "la base de nuestra vida democrática". "Quienes nos precedieron fueron capaces de construirla incluso en circunstancias difíciles, como las de hace 50 años", ha recordado.
Puesto que "la convivencia no es un legado imperecedero", sino que es "una construcción frágil", "todos debemos hacer del cuidado de la convivencia nuestra labor diaria", ha defendido. "Y para ello necesitamos confianza", ha acotado.
Sin embargo, "en este mundo convulso, donde el multilateralismo y el orden mundial están en crisis, las sociedades democráticas atraviesan una inquietante crisis de confianza", la cual "afecta seriamente al ánimo de los ciudadanos y a la credibilidad de las instituciones".
Alerta contra los extremismos
En este sentido, ha advertido de que "los extremismos, los radicalismos y populismos se nutren de esta falta de confianza, de la desinformación, de las desigualdades, del desencanto con el presente y de las dudas sobre cómo abordar el futuro".
"No basta con recordar que nosotros ya hemos estado ahí, que ese capítulo de la historia ya lo conocemos y que tuvo consecuencias funestas", ha esgrimido el monarca, en clara alusión a las décadas de dictadura franquista.
Según Felipe VI, "nos corresponde a todos preservar la confianza en nuestra convivencia democrática". "Preguntémonos, sin mirar a nadie, sin buscar responsabilidades ajenas: ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros para fortalecer esa convivencia? ¿Qué líneas rojas no debemos cruzar?", ha afirmado.
Diálogo, respeto y ejemplaridad
"Estoy hablando de diálogo, porque las soluciones a nuestros problemas requieren del concurso, la responsabilidad y el compromiso de todos", ha sostenido. "Estoy hablando de respeto en el lenguaje y de escucha de las opiniones ajenas; estoy hablando de especial ejemplaridad en el desempeño del conjunto de los poderes públicos", ha añadido, sin mencionar ningún caso en concreto en un año particularmente convulso en el plano judicial.
"También de empatía y de la necesidad de situar la dignidad del ser humano, sobre todo de los más vulnerables, en el centro de todo discurso y de toda política", ha rematado el monarca.
En democracia, ha recordado, "las ideas propias nunca pueden ser dogmas, ni las ajenas, amenazas" y "avanzar consiste en dar pasos, con acuerdos y renuncias, pero en una misma dirección, no correr a costa de la caída del otro". "España es, ante todo, un proyecto compartido: un modo de reunir, y de realizar, los intereses y aspiraciones individuales en torno a una misma noción del bien común", ha añadido.
"Cada tiempo histórico tiene sus propios desafíos. Los caminos fáciles no existen. Los nuestros no lo son ni más ni menos que los de nuestros padres o abuelos. Pero tenemos un gran activo: nuestra capacidad de recorrerlos juntos", ha reivindicado Felipe VI.
Así las cosas, ha animado a los españoles a hacerlo "con la memoria de estos 50 años" y "con confianza". "El miedo solo construye barreras y genera ruido, y las barreras y el ruido impiden comprender la realidad en toda su amplitud", ha prevenido.
"Somos un gran país", ha sostenido, destacando que "España está llena de iniciativa y de talento" y mostrándose convencido de que "podremos lograr nuestros objetivos, con aciertos y errores, si los emprendemos juntos, participando todos, orgullosos, de este gran proyecto de vida en común que es España".