ELDA VINALOPÓ

El sacerdote Carlos Flor abre las fiestas de Villena con un pregón emotivo y "jaranero"

Se ha convertido en ser el primer estadounidense en dar el pregón de las fiestas de Villena

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VILLENA. La Plaza Mayor de Villena se ha llenado de emoción y tradición este viernes 5 de septiembre con el esperado pregón que dio inicio oficial a las Fiestas de Moros y Cristianos en honor a la Virgen de las Virtudes. El encargado de anunciar las celebraciones fue el sacerdote villenense Carlos Flor, afincado en Estados Unidos, "Moro Nuevo de corazón y gran devoto de la Morenica", como ha dicho, y que ha hecho historia al convertirse en el primer pregonero estadounidense de la ciudad.

En un discurso cargado de recuerdos personales, gratitud y fervor festero, el pregonero ha evocado la memoria de su padre, también apasionado de las fiestas, y destacó la identidad hospitalaria y generosa de Villena a lo largo de sus más de cinco siglos de historia. Recordó la aparición milagrosa de la Virgen en la Fuente del Chopo y subrayó cómo ese acontecimiento marcó para siempre el carácter de la ciudad. Con referencias a la música, la pólvora y las comparsas, el pregón fue un canto a la alegría compartida y a la reconciliación: “El sonido de los arcabuces y de las bandas no es aquí símbolo de guerra, sino de esperanza y confraternidad”, proclamó.

El pregonero ha hecho un repaso entrañable a sus vivencias como cabo de los Moros Nuevos y agradeció a numerosas comparsas que, a lo largo de los años, le permitieron participar y vestir sus colores. Su intervención estuvo marcada por un constante reconocimiento a familiares, amigos y festeros, con una invitación clara a disfrutar de las celebraciones sin reservas: “Que no se quede nadie en casa y que se llenen todas las sillas”, exhortó.

El acto ha culminado con un encendido grito colectivo de “¡Viva la Virgen de las Virtudes, viva el Niñico y viva Villena!”, que fue respondido con entusiasmo por los asistentes.

Con el repique de las campanas, el eco de la música y el rugir de la pólvora, Villena se prepara para vivir cinco días intensos de fiesta, devoción y tradición, en los que una vez más se reafirma como una ciudad noble, leal y festera.

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