ELCHE. El empresario Miguel Hernández vive la vida sorbo a sorbo con un optimismo vital a prueba de bomba. A todos, creo, nos gustaría llegar así a los 90 años. Con energía y optimismo. El que fuera uno de los grandes 'popes' del empresariado del calzado de Elche, polémico, innovador y heterodoxo, celebró el otro día la vida con sus más allegados a propósito de seguir promocionando su segundo libro Manual de Resistencia, un pequeño (o gran) ajuste de cuentas con determinadas personas que no estuvieron a la altura en los años de su declive, a partir de los 80: mención especial a Paco Sánchez Mora de la firma “Sanchez Agulló S.A”. Y un magistrado de cuyo nombre es mejor no acordase. Acompañado de su hijo, también Miguel Hernández, se le vio feliz como una perdiz.

El también conocido como 'Marqués de Carrús'  celebró la vida... y la gastronomía ilicitana: un caldero exquisito con su correspondiente arroz. Todo ello en una finca recóndita que posee Manuel Esclápez (Gioseppo) en la partida de Carrizales que es donde desemboca abruptamente el río Vinalopó, entre las pedanías de La Foia y La Marina. Terrenos donde se cultivan unos melones que con el tiempo se han convertido en un hito.

Es decir, que comimos entre canales de riego y cercetas pardillas. Juan Perán (Pikolinos) se sumó al cónclave con una única preocupación: el Elche C.F. Se le vio contento rodeado de amigos y tras haber recibido hace un año y pico la Medalla del Bilimenario de la Ciudad, máxima distinción que otorga el Ayuntamiento ilicitano. También contento  Antonio Vicente (Panamá Jack), modelo por antonomasia del éxito empresarial, y Giosepp hijo, José Miguel, hecho un chaval.

Beatriz Reyes, Enrique Aznar, Rigoberto Coves que creo que es el que hizo el alioli a palo seco: ajo y aceite. También Víctor Coves, su hijo y representante del relevo generacional, que lo hay. Víctor tiene 40 años y habla con placer el valenciano transmitido por sus padres: “Es lo que me han inculcado desde pequeño y que llevo con orgullo”. Es obvio que la defensa de la lengua autóctona no es exclusiva  de determinadas formaciones políticas que hacen bandera de la misma. También hablaba Víctor del orgullo de algunas de las ideas que le ha ido transmitiendo Miguel Hernández a lo largo de los años. La cosa acabó por soleares: su padre, Rigoberto, canta flamenco en un singular ejemplo de fusión y mestizaje. Elche en estado puro.

Más presencias; la de Enrique Aznar y la de Salvador Gonzálvez a quien conocí hace cien años en Radio Elche cuando hacía (Salva) deportes con Santiago Gambín. Eran mis primeras prácticas periodísticas en el Semanario Baix Vinalopó que editaba la citada emisora, propiedad de Juan Garrigós. Salva tenía un deportivo rojo que en aquella época, mediados de los 80, que era un emblema de modernidad. Ahora es experto en relaciones laborales, licenciado tambien en Derecho y fundador de “Asociación de Personas desinformadas”. No podemos pasar por alto a Manuel Esclapez Román, amigo del alma de Miguel.

A la manera de la extinta Tertulia del Villalobos (el bar cerró en agosto de 2019), o los Amigos del Arroz con Costra, Miguel Hernández se ha montado su propia 'paraeta' con un carrusel de amigos imprescindibles. “Miguel- le digo- vale más la amistad que el dinero, aunque éste sea también importante; yo tengo amigos a los que les digo que no es buena cosa ser el más rico del cementerio sin haber vivido con plenitud”. Se ríe. Asiente.

Me congratula ver esta peña que, junto a otros destacados empresarios, han construido un Elche bastante próspero que ha sorteado todo tipo de crisis e inconvenientes. Ese Elche zapatero que lo sigue siendo a pesar de todo y que impregna por los cuatro costados la morfología social y sociológica de la que al fin y al cabo es la capital económica de la provincia.