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potencialidades económicas y sociales

El patrimonio militar de Alicante y sus ejes de desarrollo: el espejo en el que Elche no se mira 

ELCHE. Utilizar el patrimonio militar y memorístico de la Guerra Civil como un eje de desarrollo económico y social. Ese es uno de los puntos que está desarrollando la ciudad de Alicante con su patrimonio, y así lo expuso Pablo Rosser Limiñana, doctor en Patrimonio Arqueológico e Histórico y funcionario de la Dirección de la Gestión del Patrimonio del Ayuntamiento de Alicante y responsable de la sección Memoria Histórica. Una charla el jueves en la que recorrió el trabajo realizado durante años, proyectos futuros, así como las disyuntivas —y posibles soluciones— en las que se han encontrado cuando este interés chocaba con el urbanístico.

En la segunda de las jornadas organizadas por el Institut d’Estudis Comarcals del Baix Vinalopó (IECBV), Rosser hizo una breve introducción sobre ese patrimonio alicantino, pero también una introducción desde la memoria, sacando su vena historiadora, mencionando el bombardeo de Alicante de 1938, que causó más de 300 víctimas —más que el de Gernika— o la huida del Stanbrook, que pudo acoger a 2000 personas pero que dejó a más de 5000 en el puerto, desde donde muchas fueron a parar al Campo de Concentración de Los Almendros y de ahí al de Albatera. A partir de ese breve recorrido histórico, el funcionario público habló sobre ‘la línea de la memoria’, un recorrido patrimonial que se puede hacer siguiendo refugios rehabilitados, plazas de personajes insignes de la Guerra Civil, sedes masónicas e incluso alguna necrópolis islámica.

Las potencialidades del patrimonio

Una de las premisas que volaron en torno a toda la intervención fue que el patrimonio “tiene que ser desarrollo”, y añadió que o se vincula o queda descontextualizado y pierde el valor. “El patrimonio no es de los arqueólogos, ni de los técnicos, es de la sociedad y ha de generar beneficio en la zona donde se ubica”. Este permite explotar líneas de desarrollo económico o turístico si se planifica, y se ha de ofrecer sensibilización y educación como líneas estratégicas: “hay que colectivizar la memoria de los jóvenes”, apuntó. Fue un tema que sobrevoló a lo largo de la ponencia por la casuística ilicitana, con trece refugios documentados, alguno de ellos en condiciones de que se abra al público, pero no se ha dado el último paso adelante —en teoría está al caer el primero, por falta de voluntad política—; otros más polémicos, como el que se encuentra bajo el Mercado Central de Elche.

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