Que sí, que al final ha sido con suspense y a última hora.
Que sí, que al final ha sido bajo amenaza de taquicardias y jamacucos varios.
Que sí, que al final hemos conseguido el ascenso 'a lo Elche'.
Pero, aunque todavía con los ecos de la hazaña de La Coruña y con los rescoldos del fuego encendido en tierras gallegas, ya con los latidos del corazón en registros normales, ya medianamente calmados y ya disfrutando de lo conseguido, si echamos la vista atrás y lo analizamos sosegadamente, este ascenso se ha cocinado a fuego lento y desde el principio, con buenos ingredientes, con buena mano y con mucha paciencia.
Ha sido, continuando con el símil gastronómico, un ascenso a la bilbaína, un ascenso cocinado con un estilo muy marcado, aderezado con una impronta muy particular y salpimentado con pequeñas variaciones fruto de los fallos obtenidos durante el proceso de cocina y emplatado.
Ha sido un ascenso muy de entrenador, el ascenso de Eder Sarabia, el chef de esta exitosa receta.
Porque Eder, como ya le venía pasando desde su etapa como segundo entrenador, arrastra siempre una legión de 'haters' pero también de 'lovers'. O te gusta o no puedes con él, no hay punto medio. Y aquí en Elche no ha sido una excepción.
Siempre se ha cuestionado su estilo, su forma de juego, su cabezonería por momentos, sus alineaciones, su peculiar estilo de realizar cambios durante el partido, su apuesta por determinados jugadores y el ostracismo al que sentenciaba a otros.
Pero en el otro lado de la balanza Sarabia aporta otras cosas: su capacidad de tomar decisiones, su pasión, su entrega, su eterna sonrisa, su implicación para con el club y para con la ciudad, su cercanía con los aficionados, su manera de hacer piña y vestuario, su buen trato con los medios, y sobre todo, tener las ideas muy claras y mantenerlas siempre ante viento y marea.
Ahora toca celebrar, estar orgulloso y sacar pecho de lo conseguido. Este ascenso es un hecho muy importante para la ciudad, más allá de lo meramente deportivo. No vamos a descubrir ahora el impacto que supone para una ciudad algo así.
Y ya tocará volver a los fogones con nuevos ingredientes, con nuevos condimentos, con nuevas salsas, y ya veremos si con el mismo chef.
Porque será el dueño del restaurante, Christian Bragarnik, para lo bueno y para lo malo, el que dibuje y trace las líneas maestras del nuevo proyecto en Primera División, que esperemos tenga bases más sólidas que en la anterior etapa y nos permita consolidarnos.
¡Mucho Elche! ¡A por nuestra temporada vigesimoquinta en Primera División!