MUTXAMEL. Más de sesenta personas, entre los diez y los 85 años, han participado en un taller de arquitectura tejida impulsado por el Ayuntamiento de Mutxamel. Una iniciativa que surgía con el objetivo de abordar, desde una perspectiva cercana, cómo el tejido puede convertirse en un manto de transformación social que acomete el espacio y, por tanto, a las comunidades. Actividad impulsada por Lucía Ibáñez de la Guía y que ha sido documentada por Héctor del Cerro Serrano, plasmando en formato audiovisual todo ese proceso creativo que han dejado grabado en el documental Tejiendo comunidad.
Los impulsores de este proyecto presentarán al público la cinta el 21 de febrero con una proyección en el auditorio de la Casa de Cultura, a partir de las 20:30 horas, una hora y media después de dar por inaugurada la muestra en la que se exhibirá parte de este trabajo artesanal en la sala de exposiciones del mismo espacio. Dos actividades con las que pretenden ofrecer una visión íntima y detallada de la experiencia vivida por estos voluntarios, “que a través del ganchillo han conseguido embellecer, valorar y mejorar su municipio”, explican los autores.
Y es que decenas de participantes en este proyecto han creado diferentes piezas de tela en todo tipo de formatos con las que han intervenido en espacios públicos como la plaza de Sant Roc, la ermita de Montserrat, el paseo de la Alameda o los jardines de Peñacerrada. Entornos en los que han pretendido “revitalizar las áreas urbanas creando ambientes accesibles que fomentan el disfrute ciudadano”, afirman. “Fomentar la participación activa de la comunidad fortalece el sentido de pertenencia y crea vínculos cercanos entre el municipio y sus residentes”, explica Ibáñez.

El uso de técnicas de ganchillo que combinan arte y sostenibilidad, promoviendo materiales reciclados y soluciones ecológicas, es toda una declaración de principios. “Con este taller se enseñan nuevas habilidades, fomentando la creatividad, el trabajo en equipo y la inclusión social, creando memoria colectiva que refuerza la identidad local y deja un legado cultural y social que perdura”, afirma la impulsora del programa, que es arquitecta y fundadora de Arquitectura Tejida, entidad desde la que promueve estas actividades.
“Desde que aprendí ganchillo, descubrí su poder transformador no solo como una técnica artesanal, sino también como una herramienta para repensar los espacios urbanos, crear arquitectura y fomentar conexiones humanas”, describe. “El enfoque de mis proyectos de ganchillo combina creatividad, sensibilidad social, desarrollo comunitario y diseño estratégico, orientado a generar proyectos que valoran tanto lo tangible como lo intangible: las estructuras físicas, la memoria colectiva y el sentido de pertenencia”, destaca la creadora, que colabora con ayuntamientos y otras organizaciones para desarrollar este tipo de proyectos únicos con los que revitalizar los espacios públicos y fortalecer la cohesión social.
Este proceso, en Mutxamel, ha sido grabado y editado por Héctor del Cerro, capturando la esencia desde la concepción de las ideas hasta la materialización de los proyectos, incluyendo testimonios de arquitectos, artesanos y voluntarios que han participado en la iniciativa. “Un documental que evidenciando el impacto que genera la cocreación en los espacios habitados”, explican los autores.

La plaza de Sant Roc
La situación inicial de la plaza de Sant Roc partía de unos espacios que permanecían desconectados desde hacía varios años a causa de una puerta tapiada. A pesar de abrir la puerta, el lugar no lograba atraer a la comunidad, así que el objetivo era conectar ambos espacios. Con esta intención, la intervención consistió en crear dos enormes cortinas y cientos de flores de ganchillo para decorar la puerta, la plaza, así como parte del paseo de la Constitución. Unos elementos decorativos con motivos similares en puntos estratégicos para aumentar la visibilidad. Actuación que ha convertido el espacio en un punto de encuentro vibrante al atraer la atención de los vecinos y visitantes.
La ermita de Montserrat y paseo de la Alameda
En el caso del paseo de la Alameda, se partía de una sombra agradable, pero la pequeña plaza al final del paseo estaba completamente expuesta al sol, dificultando su disfrute. El espacio carecía de elementos que atrajeran a quienes no conocían el lugar, así que se diseñó un toldo de ganchillo y decoración para los bancos con cuadrados de ganchillo de diversos colores, estilos y patrones, celebrando la riqueza de las técnicas artesanales. Ahora es un lugar más acogedor y atractivo que implica un el rescate emocional de un lugar significativo, tanto personal como comunitario, fomentando su uso y apreciación.

Los jardines de Peñacerrada
El entrono de los jardines de Peñacerrada es un lugar público, pero el deteriorado palacio es privado, generando una sensación extraña para los visitantes, que no podían imaginar el interior del edificio. Poca gente conocía la existencia de los jardines, así que la intención era lograr que los visitantes pudieran “entrar” simbólicamente al palacio accediendo desde los jardines. La creación de un tapiz representando la planta del palacio con los colores de sus azulejos, para facilitar la imaginación del espacio interior, aborda esa problemática con el diseño de un espacio sensorial en el exterior que consiste en hexágonos de ganchillo tensados, reproduciendo también los patrones de los papeles de pared del palacio. Un recorrido evocador que simula la transición entre los espacios del edificio, característico por su arquitectura.