ALICANTE. A finales de 2009, el escritor Antonio Muñoz Molina, con ocasión de la publicación de su novela La noche de los tiempos ambientada en la República y la Guerra Civil, realizó unas declaraciones a la agencia EFE en las que pedía un pacto de Estado sobre lo sucedido en la guerra para que todos asumiéramos como demócratas lo que aconteció. La propuesta del académico de la RAE y Premio Príncipe de Asturias de las Letras fue la siguiente: "El Parlamento debería crear una comisión de historiadores —elegidos, no por cuotas, sino por unanimidad o por mayoría de dos tercios— que hiciera un relato sobre lo que pasó en la guerra y el abuso cometido en uno y otro bando".
Manifestó también que: "No es verdad que la Guerra Civil fuera inevitable. Había crisis económica muy fuerte, en parte derivada de la del 29, y una situación internacional espantosa, pero cuando uno lee los periódicos o los libros de memorias ve que la mayoría de la gente no quería ese horror. Incluso los que lo provocaron no eran conscientes de lo que estaban provocando". Más adelante, afirmó que, aunque en menor medida, la crispación seguía reinando en la vida política española, y concluyó con esta reflexión: "Los políticos deberían pararse a pensar antes de hablar y de actuar. A veces, en España parece que las palabras son gratis".

- José Alonso Mallol y su esposa Concepción Sellés. Alicante, años treinta. -
- Foto: José Héctor Alonso
Transcurridos más de quince años, vemos que sus palabras han caído en saco roto. Es más, a fecha de hoy, algunos de nuestros parlamentarios continúan con declaraciones incendiarias guerracivilistas. Hace unos meses una destacada figura vociferó en un acto de partido un conocido lema de la Guerra Civil para arengar a sus correligionarios; y, más recientemente, otra de ideología contraria en un acto similar retomó vocablos propios de ese triste periodo de nuestro pasado. No hay duda de que estos inconscientes comportamientos empañan nuestra convivencia por intereses partidistas, bien alejados de los de la pacifica ciudadanía, y aumentan aún más la desafección hacia nuestros políticos.
El arriba firmante, que es un mero aficionado a la Historia, tiene la convicción de que se impone rescatar del olvido la propuesta de Muñoz Molina. Además, se permite sugerir algunos puntos que dicha comisión debería abordar si, por fin, se llevara a cabo.
En primer lugar, los historiadores tendrían que verificar la veracidad de dichos puntos, ya que podrían ser inexactos o equivocados. El segundo paso sería analizarlos e interpretarlos con rigor y nunca juzgarlos con ojos del presente. Y, por último, difundir su trabajo en nuestra sociedad, incluyendo el sistema educativo, y así eliminar bulos e interpretaciones erróneas o interesadas sobre nuestra Guerra Civil.

- Pasquín de Juan Negrín -
- PLAZA
La relación de puntos es la siguiente:
- El golpe de Estado de julio de 1936 se dio contra el Gobierno legítimo de la Segunda República. Este debe ser el primero en plantearse, aunque parezca obvio.
- El Director General de Seguridad, José Alonso Mallol (alicantino del Raval Roig, por más señas), facilitó en el mes de mayo de 1936 a Manuel Azaña, presidente de la República, y a Casares Quiroga, presidente del Gobierno, una lista con los más de quinientos golpistas involucrados con el fin de que fueran detenidos, pero ambos lo ignoraron. Habría que determinar las razones de dicho rechazo.
- Los autores intelectuales de los asesinatos del teniente Castillo y del político Calvo Sotelo que fueron el detonante del golpe de Estado y la Guerra Civil.
- Los cabecillas del golpe fueron los generales Sanjurjo y Mola, considerados, respectivamente, el cerebro y el director de la sublevación. Este punto es relevante establecerlo porque hay políticos, periodistas, tertulianos y ciudadanos que piensan, por ignorancia o conveniencia, que el principal y único golpista fue Franco, aunque es cierto que se encontraba entre los conspiradores.
- El intento de Diego Martínez Barrio para detener el golpe de Estado. Tras la dimisión de Casares Quiroga en la noche del 18 de julio, Martínez Barrio fue nombrado presidente de Gobierno por Azaña para que formara un ejecutivo y que tratara de detener la sublevación. Enseguida telefoneó a los militares indecisos en unirse a los golpistas e, incluso, llamó al general Mola. De dicha conversación, el siguiente fragmento con parte de la respuesta de Mola es el más significativo: “Si yo acordase con usted una transacción habríamos los dos traicionado a nuestros ideales y a nuestros hombres. Mereceríamos ambos que nos arrastrasen”. La iniciativa de Martínez Barrio fracasó y al día siguiente dimitió.
- La propuesta que José Antonio Primo de Rivera realizó a primeros de agosto de 1936 para parar la guerra que tampoco llegó a buen puerto. El líder falangista, que estaba encarcelado en la prisión de Alicante pendiente de juicio, al enterarse de que se encontraba de visita en la ciudad Martínez Barrio —entonces presidente de las Cortes—, le envió una carta para solicitarle una audiencia y explicarle su plan de paz. Martínez Barrio consultó por teléfono con el jefe de Gobierno José Giral, que era quien lo había sucedido tras su dimisión. Giral, tras hablar con sus ministros, lo llamó y le dijo que “creía conveniente oír al señor Primo de Rivera”. Finalmente, Primo de Rivera se entrevistó con un intermediario del Gobierno, pero su propuesta, que resulta difícil de resumir en unas pocas líneas, fue desestimada.

- Ensayo del historiador alicantino Joaquín Riera sobre la Tercera España -
- PLAZA
- Las matanzas cometidas por ambos bandos. Por un lado, Badajoz, carretera de Málaga a Almería, Guernica y Mercado de Alicante; y por otro, Paracuellos, Cabra, Bilbao y la base naval de Cartagena, por mencionar algunos trágicos sucesos. Saint-Exupéry escribió en su época de corresponsal en la guerra que se fusilaba más que se combatía.
- Los motivos por los que Francia y Gran Bretaña reconocieron al Gobierno de Franco en febrero de 1939 a pesar de que surgió tras un golpe de Estado. El autodenominado bando nacional interpretó esta decisión como una aceptación de su legalidad.
- El llamado golpe de Casado que fue perpetrado a primeros de marzo de 1939 por el coronel Segismundo Casado —jefe del Ejército del Centro— junto con los más importantes políticos y militares republicanos para derrocar a Juan Negrín, presidente legítimo del Gobierno de la República. El golpe, que contó con el apoyo de la Quinta Columna y el espionaje franquista, tenía como objetivo iniciar negociaciones para lograr un acuerdo de paz justa y sin represalias de Franco, ya que todos confiaban en su buena voluntad. Negrín, por el contrario, propugnaba resistir a toda costa mediante un plan de defensa establecido por su Gobierno y la cúpula militar republicana. Pretendía así ganar tiempo, pues estaba convencido de que la guerra española enlazaría con la europea, cuyo comienzo creía próximo, y que entonces se cambiaría el curso de la contienda, de tal forma que Alemania e Italia retirarían la ayuda a los nacionales y que la República, en cambio, sería apoyada por las estados democráticos. Lo que sucedió después de este asombroso y poco conocido episodio de la Guerra Civil es bien sabido.
- El concepto de una Tercera España, defendida por algunos historiadores e intelectuales, que rebate la extendida idea de que todos los españoles se alinearon voluntariamente en alguno de los dos bandos. En realidad, muchos fueron arrastrados a tomar partido por uno de ellos a la fuerza o mero azar como fueron las simples razones geográficas, según donde había quedado radicado su pueblo o ciudad al principio de la guerra. Además, se estima que unos dos millones y medio de hombres en edad militar no se incorporaron a filas o desertaron en el frente.