VALÈNCIA. El Montíboli de Villajoyosa no era el único hotel de lujo de la costa alicantina a principios de los años setenta, pero probablemente sí era el más discreto. Los artistas nacionales e internacionales que pasaban por allí cada año como invitados especiales del Festival de Benidorm, desde Julio Iglesias y Camilo Sesto hasta Aretha Franklin, apreciaban la tranquilidad y el ambiente familiar de este alojamiento aislado de los núcleos urbanos y situado sobre un acantilado, con acceso a una playa a salvo de paparazzis. Su personal estaba específicamente formado para respetar la privacidad de los huéspedes, incluso cuando aparecían en la recepción para registrarse bajo un nombre a todas luces falso.

Eso es lo que ocurrió el 12 de junio de 1972, cuando una pareja de aspecto hippie acompañada de sus tres hijas se presentó de madrugada en el Montíboli como “Mr Martin y familia”. Así comenzó una estancia vacacional que fue especialmente placentera para Paul, Linda McCartney y sus hijas Stella, Heather y Mary, pero que sobre todo marcó para siempre las vidas de todas las personas con las que se cruzaron durante las siguientes dos semanas.

Este episodio tan poco conocido, que salió a la luz en 2019 a través de un reportaje publicado por el periodista Amadeu Sanchis en 2019 en la revista Beat, se produjo durante un punto de inflexión en la vida de McCartney. Tras la disolución de los Beatles y la publicación de dos discos en solitario que no habían funcionado demasiado bien, el músico de Liverpool atravesaba una crisis creativa. Un año antes había formado Wings junto a Linda (una de las fotógrafas más reputadas del mundo del rock en aquella época) y Denny Laine, anterior guitarrista de Moody Blues (poco después se incorporaría también Denny Seiwell como batería). 

“Al parecer, McCartney conoció este hotel a través de un reportaje en una revista británica y pensamos que decidió venir aquí huyendo de la presión mediatica que sufría porque la opinión pública le culpaba a él de la ruptura de los Beatles; se había tomado parte mayoritariamente por John Lennon -contextualiza Alberto Abenza, director y productor del documental Bienvenido Mister Martin, que traslada por primera vez esta historia al formato audiovisual-. Es lógico que Paul buscase un lugar tranquilo, diferente a los destinos vacacionales de los famosos en esa época, como la Costa Azul”.

Los periodistas Amadeu Sanchis y Rafa Cervera son los guionistas de esta película, que se estrenará el próximo miércoles 22 de octubre en CaixaForum València. Antes de su emisión en À Punt, que ha adquirido los derechos para la versión en valenciano, se proyectará también en Villajoyosa, Alcoy, Alicante y Benidorm, ciudades que aparecen reflejadas en distintos momentos de la cinta. 

“Yo descubrí esta historia por casualidad mientras visitaba una exposición en Alcoy que celebraba los 150 años del nacimiento de la Casa de la Beneficencia, que era un internado para niños y niñas de familias desfavorecidas. Allí me llamó la atención una fotografía firmada por Francisco Crespo Colomer en la que aparecían Paul McCartney, Linda McCartney y Denny Laine rodeados de un montón de niños en la playa de La Caleta de Villayojoya -comenta Sanchis-. Me enteré entonces de que la fotografía se tomó en una de las excursiones que hacía la Casa de la Beneficencia una vez al año para llevar a esos niños a disfrutar de la playa. Crespo Colomer siempre les acompañaba, y esa vez se encontraron por casualidad con los músicos mientras tomaban el sol”.

Tirando del hilo, Sanchis averiguó que esa estancia en Villajoyosa tuvo sus frutos creativos. “Allí McCartney compuso el single “Hi Hi Hi” de los Wings, el esbozo de futuras canciones como “My Love” y otras que aparecerían en dos álbumes fundamentales del retorno de McCartney a la escena musical con Wings, que serían el Red Rose Speedway (1973) y Band on the Run (1973). También atribuimos a estas vacaciones en el Montíboli la inspiración para la canción “Hotel Benidorm”, que aparecería en un disco en directo de McCartney del año 93”.

No es un documental musical

Bienvenido Mister Martin no podría catalogarse como un documental musical en sí mismo. De hecho, no vemos a Paul McCartney rememorando el paisaje de la costa alicantina 50 años después ni tampoco interpretando ninguna de las canciones de la banda sonora, que está construida esencialmente con música de librería y composiciones originales de Vincent Barrière que aportan un tono misterioso, pero alegre, al transcurso de la historia. Se intentó localizar al ex Beatle para proponerle aparecer en la película, “pero no conseguimos pasar ni el primero de los 50 filtros”, comenta Rafa Cervera.

La realidad es que como espectadores no echamos tanto de menos la ausencia de McCartney porque los verdaderos protagonistas del documental son sus personajes anónimos y el contexto histórico al que tenemos acceso a través del valioso material fotográfico y audiovisual -una importante parte del cual es inédito- que se ha recopilado para la ocasión. En este proceso de investigación ha sido crucial la colaboración de Antonio Martínez, un “beatlemaníaco” de Villajoyosa que lleva más de 25 años investigando sobre este curioso episodio. El resultado de estas indagaciones quedará reunido en un libro cuya publicación está prevista para el próximo mes de diciembre.

Una historia con un punto “berlanguiano”

“Yo nunca he sido fan de los Beatles -confiesa Cervera-, así que en el fondo me da igual el hecho de que allí compusieran “Hi Hi Hi”. Lo que a mí sí me gusta mucho es el testimonio emocionado de ese recepcionista que ahora tiene 80 años, el del maître o el jefe de barra del Montíboli. Todos estos ancianos que vemos en el documental cuentan la historia desde la perspectiva de cuando eran jóvenes y vivían en un lugar privilegiado dentro de una España subdesarrollada. De repente aterrizó delante de ellos un alien que es Paul McCartney, descalzo y con los pies sucios; que iba acompañado de su mujer, que era más marciana todavía, porque encima era una mujer empoderada. Me encanta también el testimonio de esas niñas huerfanitas que ahora son señoras y que hablan de una vaca sagrada como Paul McCartney de una forma completamente neófita. Para mí esa es la verdadera historia de este documental, que yo la veo un poco como de Berlanga. Es un poco Calabuch o Bienvenido, Mister Marshall”. 

En el documental vemos el retrato de la costa alicantina como punta de lanza del desarrollismo franquista de los años setenta. Es decir, de esa España contradictoria que todavía vivía bajo el yugo de la dictadura, pero que al mismo tiempo ofrecía a los turistas extranjeros y a los potenciales inversores un paisaje de libertad y diversión como estrategia para atraer divisas extranjeras y sacar al país de su delicada situación financiera. A través de entrevistas y de fotografías nos “paseamos” por algunas de las sofisticadas discotecas de Benidorm por donde se dejaron caer McCartney y sus amigos, como el mítico Corral Garden. 

La pareja no lleva servicio de guardaespaldas -el asesinato de John Lennon, que es el evento que cambió radicalmente el trato de cercanía de las grandes estrellas con el público, ocurrió en 1980-. Los McCartney tampoco llamaban la atención con su comportamiento; más bien al contrario, se mezclaban con el personal del hotel con total naturalidad y hablaban con todo aquel que se acercaba a hablar con ellos cuando les descubrían tomando una copa en la mesa de al lado. Una de las anécdotas más bonitas de la película es la que habla de la buena sintonía de Paul con los músicos que amenizaban musicalmente las noches en el Montíboli, con los que compartieron una jam session hasta altas horas de la madrugada.

Aunque McCartney es la figura alrededor de la que gravita toda la cinta, tanto los guionistas como el director han querido poner en valor la importancia de otros personajes, en principio secundarios. “Uno de ellos es el citado Francisco Crespo Colomer, poco conocido fuera de Alcoy a pesar de su amplia trayectoria y su enorme calidad como fotógrafo. Otros personajes locales a los que se rinde homenaje son Pirula Arderius, la primera mujer periodista de la provincia de Alicante, y su inseparable compañero, el fotógrafo Perfecto Arjones. Ellos fueron los que se llevaron la exclusiva de la única entrevista concedida por Paul durante su estancia en España, publicada en el Diario Información ese verano mítico de 1972.