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Hibai Arbide: "Antes era hegemónico ser solidario. Y ahora hay una mayoría de gente que rechaza abiertamente la presencia de refugiados"

  • Hibai Arbide
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ALICANTE. La inmigración es un asunto de constante actualidad, y de diferente visión. Lo aborda el reportero y abogado Hibai Arbide Aza en Con el agua al cuello (Capitan Swing, 2025) desde la isla griego de Lesbos, donde reside, y con conocimiento de causa: lleva tratando la cuestión desde hace dos décadas. Primero como activista, después como abogado y ahora como periodista, cubriendo la llamada crisis de los refugiados en Grecia, los Balcanes, Oriente Medio y otras partes de Europa. Ha trabajado en una quincena de países repartidos por Europa, África, Oriente Medio y Latinoamérica, cubriendo conflictos, asuntos relacionados con los derechos humanos y eventos de actualidad. Es colaborador habitual de El País y ha trabajado para Eldiario.es, Público, Berria, El Salto, La Marea y otros muchos medios. Ha sido corresponsal en Telesur y colaborador con ETB, À Punt, TV3 y otras cadenas de televisión. También ha colaborado, filmado o dirigido reportajes y documentales para AJ+, TV3, Al Jazeera, Redfish, BBC y otros. Recientemente estuvo en la librería Pynchon de Alicante para presentar el libro.

-¿Que narras o intentas describir en Con el agua al cuello?

-Es una crónica de diez años en las fronteras griegas, que son a su vez las fronteras exteriores de la Unión Europea, y es una crónica que combina periodismo de investigación con el reportaje más clásico, digamos, y que explica la evolución de las políticas migratorias desde 2015 hasta 2024. En 2015 se dio la llamada crisis de los refugiados, que yo creo que es un que es un término erróneo porque los refugiados no tenían ninguna crisis. Es una crisis de recepción de Europa, en todo caso. Pero para entendernos, lo que explico en el libro también es que en 2015, en realidad no es que empiece nada, porque estas islas griegas siempre han sido lugar de paso en un sentido y en otro. Y lo que explico es cómo en tan solo una década en la UE se ha pasado de una solidaridad generalizada y de un orgullo, incluso una especie de chovinismo de la solidaridad, de creer que Lesbos u otras islas eran el lugar más solidario del mundo A políticas que sistemáticamente emplean una violencia extrema para impedir las llegadas de las personas migrantes y refugiados.

"Es evidente que las extremas derechas han desplazado el debate, y que ideas que antes parecían extremistas y que lo son, de hecho, se han normalizado, como la idea de que es más importante impedir la llegada de un barco que garantizar la legalidad internacional"

-A qué obedece ese cambio que tú mismo vivido. ¿A un cambio del espectro político en toda Europa, y en todo el mundo? Crees que es una cosa de los últimos dos o tres con el ascenso de los gobiernos de ultraderecha...

-Se enmarca obviamente en un movimiento de placas tectónicas ideológicas que recorre no solamente el continente, sino el mundo entero. Y a su vez, hay factores locales que ayudan a este cambio. Por un lado, las extremas derechas, porque son varias y plurales, es evidente que han desplazado el debate, y que ideas que antes parecían extremistas y que lo son, de hecho, se han normalizado, como la idea de que es más importante impedir la llegada de un barco que garantizar la legalidad internacional. Por ejemplo. Esto, hace 15 años, habría sido una barbaridad plantearlo así, pero ahora mismo es una idea que está del todo normalizada. Hay otra idea: la inmigración es un problema y que por lo tanto debe ser abordada como una cuestión de orden público. Es una idea que se ha impuesto también y esto ha permitido que haya diferentes reconfiguraciones locales. Al mismo tiempo, la sensación de abandono y de estar gestionando una cuestión que es que va mucho más allá de lo local, pero con poca sensación de ayuda por parte de Europa o, incluso de Atenas, en el caso de las islas griegas. Es una sensación, de hastío, que es lógica, y que no se puede calificar como racista. Pero utilizar ese hastío, instrumentalizar ese hastío o ese cansancio para introducir políticas racistas ha sido un movimiento muy útil, muy hábil, tanto de las extremas derechas locales como también del resto de gobiernos de la Unión Europea que han prestado y prestan todavía apoyo, a pesar de saber que en las fronteras griegas se vulneran los derechos fundamentales de manera sistemática y gravísima. 

Hibai Arbide
  • Hibai Arbide -

-Se ha convertido en un denominador común que podemos ver en Grecia, pero también en Canarias o Lampedusa, por citar otros ejemplos...

-Si, desde hace desde hace una década, medio en broma, medio en serio, siempre digo que hay que mirar a Grecia porque Grecia es un spoiler, porque en Grecia todo pasa. Antes no lo decía durante la crisis económica, lo dije también medio en serio, medio en broma, con el auge del partido Amanecer Dorado de la extrema derecha y ahora con las políticas migratorias. Ahora mismo en Canarias, por ejemplo, mutatis mutandis, estamos asistiendo más o menos a lo mismo, a lo que a lo mismo que vimos hace diez años en las islas griegas. Hay una organización de la solidaridad de base muy espontánea que se organiza y que afortunadamente existe. Hay una extrema derecha que trata de impedir esa solidaridad o de criminalizar esa solidaridad que todavía es residual. Y hay un Estado que, a pesar de cumplir la legalidad europea, utiliza los resortes del Estado para salvar vidas como salvamento marítimo. En Grecia esto sucedió en 2015. ¿Qué pasó después? Se prohibió la solidaridad, literalmente. Es decir, se criminaliza y las organizaciones de rescate y se prohibió la asistencia a las personas en el mar. Se sustituyó a los barcos de rescate por barcos de guerra, o de los guardacostas, que no tienen por objetivo rescatar, sino impedir las llegadas. Y después de eso, a partir de 2020 todavía peor. Se generalizaron las devoluciones en caliente, que es la práctica en la que se centra el libro, porque creo que es una de las prácticas centrales ahora mismo de gestión de la inmigración y que, aunque sucede también en el resto de fronteras exteriores, en la frontera terrestre con Turquía, siempre había sucedido. Pero, y aunque es difícil graduar la gravedad porque todo afecta a los derechos humanos, evidentemente lo que quiero explicar con el libro es que cuando hablo de devoluciones en caliente no me refiero solamente a empujar a alguien al otro lado de una valla, por muy violento que esto pueda ser, sino a poner en peligro y a matar incluso a miles de personas. Porque las devoluciones en caliente en el mar implican dejar a la deriva más de 100.000 personas en los últimos en los últimos años, utilizando unas prácticas de violencia : Esto es muy buena pregunta y a mí como periodista que trabajo en Grecia, me interesaría incluso personalmente, que esté mucho más en Grecia. Es un país un poco particular en este sentido desde hace más de diez años. Grecia es un país que desaparece completamente del foco mediático y luego, de repente, parece que está. Parece como que no tuviésemos oportunidad de estar en la quinta página nunca. O estamos en portada o en segunda página o no estamos. Esto ha pasado con los incendios, por ejemplo, en los últimos años; con las inundaciones, que hubo una danza aún más fuerte, aunque por suerte con no tantos muertos como en Valencia, ha sucedido con los primeros refugiados climáticos que ha habido en Europa, por ejemplo, en campos de refugiados donde ha habido gente alojada. Y pasa también con la cuestión de los refugiados. Parece que a veces está como muy en primera plana y luego se queda muy olvidado. Son tendencias mediáticas que ocurren en todas partes. Pero siendo un país tan pequeño, pues la, digamos, la. La competencia de lo que pasa en otros países es evidentemente mayor. Y también, y esto lo digo también en un tono autocrítico como periodista, creo que nos pasa en nuestra profesión a los medios en los que trabajamos muchas veces. Tenemos mayor facilidad para contar cuestiones puntuales que temas Más estructurales. Es decir, si la violencia que sufren las personas refugiadas en Grecia fuese puntual, paradójicamente sería más fácil de explicar porque sería noticia. Pero si todos los días pasa y todos los días es gravísima..

"Cuando hablo de devoluciones en caliente no me refiero solamente a empujar a alguien al otro lado de una valla, por muy violento que esto pueda ser, sino a poner en peligro y a matar incluso a miles de personas"

 

-¿Por qué el foco ha desaparecido de Grecias, y está en otras partes de Europa?

-Esto es muy buena pregunta. A mí como periodista, que trabajo en Grecia, me interesaría incluso que esté mucho más en Grecia. Es un país un poco particular en este sentido desde hace más de diez años. Grecia es un país que desaparece completamente del foco mediático y luego, de repente, parece que está. Parece como que no tuviésemos oportunidad de estar en la quinta página de un periódico nunca. O estamos en portada o en segunda página, o no estamos. Esto ha pasado con los incendios, por ejemplo, en los últimos años; con las inundaciones, que hubo una Dana aún más fuerte, aunque por suerte con no tantos muertos como en Valencia; ha sucedido con los primeros refugiados climáticos que ha habido en Europa, por ejemplo, en campos de refugiados donde ha habido gente alojada. Y pasa también con la cuestión de los refugiados. Parece que a veces está como muy en primera plana y luego se queda muy olvidado. Son tendencias mediáticas que ocurren en todas partes. Pero siendo un país tan pequeño, pues la competencia de lo que pasa en otros países es evidentemente mayor. Y también, y esto lo digo también en un tono autocrítico como periodista, creo que nos pasa en nuestra profesión a los medios en los que trabajamos muchas veces tenemos mayor facilidad para contar cuestiones puntuales más que temas estructurales. Es decir, si la violencia que sufren las personas refugiadas en Grecia fuese puntual, paradójicamente sería más fácil de explicar porque sería noticia. Pero si todos los días pasa y todos los días, es gravísima.

Hibai Arbide
  • Hibai Arbide -

-Y lo que pasa en Canarias, ¿se puede considerar ya algo estructural?

-Yo creo que esto es un tema que no está cerrado. Es decir, yo constato en el libro que hay una involución, pero no quiero ni ser cínico ni ser derrotista. Creo que estamos viviendo unos momentos complicados desde el punto de vista de la garantía de los derechos y libertades ganados durante el siglo pasado, pero ni mucho menos es una cuestión cerrada, no solo a nivel europeo, también a nivel local, es decir, en Lesbos. Yo me muevo, tengo la suerte de moverme entre gente que todavía diez años después sigue practicando una solidaridad que a mí me deja pasmado y que admiro muchísimo la paciencia. Tengo amigas que están, que llevan cinco años procesadas y que van a tener juicios gravísimos por participar en rescates de personas, por salvar vidas literalmente. Yo por esta gente solo tengo admiración. Sigue existiendo este tejido solidario, pero ha habido un cambio que, dicho de manera un poco pedante, podríamos decir que es un cambio de hegemonía en el sentido de que antes ni todo el mundo era tan solidario ni ahora todo el mundo está en contra de los refugiados, pero antes era hegemónico ser solidario. Y ahora hay una mayoría de gente que rechaza abiertamente la presencia de refugiados. Y creo que en Europa pasa un poco lo mismo, aunque con la particularidad de cada caso. Pero, por ejemplo, en Canarias vemos que, a pesar de los esfuerzos de Vox o de otros grupos, la red solidaria y la fuerza de las vecinas autoorganizadas sigue siendo todavía mucho mayor. Y creo que está bien. Mi labor como reportero es constatar lo que sucede y, por lo tanto, no ocultar o no maquillar lo malo que sucede. Pero no me gustaría que de esto se deduzca un discurso derrotista o de pensar que no es, que no es posible otra forma.

-En estos momentos, en Lesbos ¿qué nivel de tráfico de entradas hay? ¿Han afectado algo las crisis de Siria, Gaza o de Turquía?

-Mucho. Lo que pasa es que, claro, hay muchas llegadas. Vivimos en un mundo muy jodido, la verdad. Y claro, todo se nota. Lo que pasa es que las migraciones no funcionan tanto como un sistema de vasos comunicantes, sino que es más bien una especie de efectos dominó que se notan a medio o largo plazo. Por ejemplo, la Guerra de Gaza todavía no ha afectado, no ha afectado, aunque sí. No afectado en el sentido de aumentar muchísimo las llegadas porque todavía Gaza está aislada, por ejemplo. Si el plan de Trump triunfa, será forzado a salir de Gaza. Es muy previsible que una parte significativa de esta gente quiera llegar a Europa si se ve obligada a irse de Gaza y por lo tanto, es muy probable que utilice la ruta habitual, que es la de Turquía y las islas griegas. Yo he conocido gente que ha perdido toda su familia, por ejemplo, y esto implica que han perdido la gente que guardaba su dinero para financiar los tramos del viaje, porque el viaje, precisamente por las devoluciones en caliente, ya no se realiza llevando todo tu dinero encima como era hace pocos años por miedo a los robos. La gente va pagando tramo a tramo, digamos la gente que ha perdido toda su familia y ha perdido literalmente todos sus ahorros. En algunos casos se han quedado en Grecia sin tener a dónde ir. En otras, la gente se ha quedado en Turquía sin tener adónde ir. Ahora está llegando, por ejemplo, las consecuencias de la recuperación de la toma de Kabul, de los talibanes. Ahora mismo casi toda la gente que viene de Afganistán huye del régimen talibán, pero es gente que no tenía recursos para verhaber emigrado antes o que ha tardado más en ahorrar. La gente de clase media o alta de Afganistán ya se fue hace años. Pero la gente más pobre está llegando ahora, por ejemplo. Se está notando mucho. Se notaba ya un repunte de gente llegando del Congo, del Congo este, de las provincias de Kivu, Norte y Sur, pero porque ahí ya había una guerra.

Hibai Arbide
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Y por último, el fenómeno Trump, ¿ya ha impactado en las migraciones de las aguas griegas?

-Creo que Trump es un terremoto que por desgracia afecta a todo el mundo y es imposible sustraerse a esto. Y en el caso de Grecia hay una situación muy particular. Hay un gobierno de derecha dura. Digamos que no es estrictamente de extrema derecha, pero que sí que tiene integrado dentro a una parte de un antiguo partido de extrema derecha. Y además hay tres partidos de extrema derecha, explícitamente de extrema derecha, en el Parlamento. Por lo tanto, para no perder electores, el Gobierno griego utiliza las políticas migratorias como el ejemplo de mano dura. Hay dos. Dos sectores donde el gobierno quiere presumir de mano dura para competir con la extrema derecha, en la cuestión de las libertades civiles y en la represión de las manifestaciones y movilizaciones sociales. Considera que la cultura de izquierdas es un lastre para el país, algo que da mala imagen. La visión de derechas es la visión del nacionalismo griego, que considera que los migrantes son peones que envía Turquía para invadir Grecia. Digamos que es un discurso que no soporta un análisis racional, pero es el que ellos despliegan.

"Creo que Trump es un terremoto que por desgracia afecta a todo el mundo y es imposible sustraerse a esto"

-¿Qué papel juega Grecia en la política internacional?

-Ni estuvo en la reunión convocada por Strummer, ni tampoco ha apoyado a Orban explícitamente. Pero juega esa ambigüedad de ser y no ser. Es muy hábil jugando a intentar ocupar todo el espacio político, desde la izquierda a la extrema derecha y por lo tanto asume muchas contradicciones discursivas. Con la izquierda o el centro izquierda, digamos, compite creando subsidios y haciendo una economía no tan neoliberal como se esperaba de él con los liberales compite teniendo muy buena relación con el empresariado y modernizando la estructura del Estado para facilitar los negocios, que es su discurso. Y con la derecha y la extrema derecha compite reprimiendo manifestaciones y con los refugiados. Con Trump necesita quedar bien porque su enemigo histórico es Turquía, que también es parte de la OTAN. Y Turquía tiene ahora un papel también muy ambiguo en muchas crisis internacionales. Erdogan es muy autoritario y al mismo tiempo, muy hábil en la escala internacional. Entonces están ahí, compitiendo. Paradójicamente, ahora Grecia y Turquía se llevan muy bien otra vez. Nunca se sabe cuándo se van a volver a llevar mal, pero ahora se llevan muy bien y esto sí que repercute también en los refugiados. Ahora mismo estamos viendo, por ejemplo, que la mayor reducción de llegadas en los últimos meses no es tanto por la acción de los guardacostas griegos, sino de los guardacostas turcos que otra vez se han puesto muy duros. Pero esto va variando.

 

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