EL CAMPELLO. En la playa de Muchavista, en El Campello, un club sin membresía ni exclusividad redefine la manera de mirar el mundo. Cuco Board Club surge del criterio y de la experiencia, del Mediterráneo y del cine, del surf y de la música. Y es que, más que una marca de moda, es un círculo de afinidad donde la ropa, las historias y la comunidad se entrelazan en un relato vivo y honesto.
Cuco no es una persona concreta, aunque podría serlo. Es una forma de mirar el mundo sin prisa y sin ruido. Una manera de estar que tiene más que ver con el criterio que con la tendencia, con elegir que con acumular. Así lo explica Sandro Genis, fundador de Cuco Board Club junto a su socio Alex Borroto. Ambos lideran un proyecto nacido en Alicante que se mueve en los márgenes de la moda, el surf y la cultura para construir algo más difícil de definir, pero también más honesto.
Cuco es alguien educado por la ciudad y criado por el mar. Alguien que ha aprendido a escuchar antes que a hablar, a observar antes que a lanzarse. Inspirado por el cine, atravesado por la música y atento al arte —al de verdad, no al impostado—, Cuco no aspira a ser un icono ni un personaje aspiracional. Es, en todo caso, un filtro mental. Una forma de separar lo esencial de lo accesorio.

- Sandro Genis, fundador de Cuco Board Club
Un club como espacio simbólico
Cuco Board Club no nace como una marca al uso ni como un proyecto con vocación de estructura. Surge de un núcleo muy cercano de personas con trayectorias distintas, pero con una sensibilidad compartida: surf, colectivos de dj's, diseño, cultura, música y una manera poco convencional de entender la comunidad. “No nos interesa presentarnos como un gran equipo”, explica Sandro. “Es un círculo que se va ampliando de forma natural a través de colaboradores, amigos y perfiles creativos que conectan con la filosofía del proyecto”, describe el cofundador. De ahí la elección del término 'club'. No como membresía ni como exclusividad, sino como afinidad. Un lugar simbólico que se habita más que se consume. Y es que Cuco no se entiende sin las personas que lo rodean ni sin ese tejido invisible de relaciones que le da sentido.
Nacer desde la saturación
El origen de Cuco tiene menos que ver con una oportunidad de mercado que con una sensación compartida: la saturación. “Muchas marcas hablaban de lo mismo, de la misma manera y con demasiada urgencia”, resume. Frente a ese ruido constante, la respuesta fue mirar hacia dentro y volver a confiar en el criterio propio y en los aprendizajes que deja el tiempo. No se trata de nostalgia, sino de perspectiva. De usar la experiencia como filtro. De ahí también uno de los mensajes que atraviesan su comunicación: This is not a surf brand. No como negación, sino como matiz. “No queríamos ser una marca técnica ni de nicho, que solo habla para iniciados, ni reducir el surf a un uniforme”, destaca.

Hablar desde el surf
En Cuco, el surf no ocupa el centro del relato, pero sí su base. Más que un deporte, funciona como una escuela vital. “Te enseña a esperar, a observar, a no forzar, a aceptar que no todo depende de ti”, afirma Sandro. Esos aprendizajes son los que el proyecto traslada a su forma de vestir, de comunicar y de relacionarse con la cultura. “No hablamos de surf; hablamos desde el surf”, sentencia. Por eso el componente deportivo entendido como rendimiento queda en segundo plano. Aquí no se trata de hacer más, sino de elegir mejor. La estética aparece como consecuencia natural de esa mirada: sobria, honesta, con sentido del humor y sin necesidad de explicarlo todo.
Alicante no suele ocupar un lugar central en el imaginario clásico del surf y, precisamente ahí, encuentra Cuco su espacio. El Mediterráneo es cotidiano. No impone un relato cerrado ni una postal prefabricada. Y en esa ausencia de un imaginario dominante trabajan en libertad, porque Cuco nace aquí, pero no se limita a un lugar. El territorio funciona como raíz, no como etiqueta. Es un punto de partida y no una frontera.
Contar antes que vender
Las piezas audiovisuales de Cuco Board Club se acercan más a lo editorial que a la publicidad. Reels que parecen fragmentos de un cortometraje, campañas que funcionan como capítulos de un relato mayor. Y no es una casualidad, sino una decisión consciente. “Preferimos que alguien entienda quiénes somos antes que convencerle de comprar algo”, explica. Conceptos como Ocean Cowboys, las temporadas o los chapters responden a esa lógica narrativa. “La moda es el soporte, el cine es el ritmo y el arte es la intención”, describe Borroto. No se trata de campañas ni de lanzamientos, sino de construir un archivo vivo que se expande con el tiempo.
Desde el inicio, Cuco entendió el producto como un vector cultural, no como un fin en sí mismo. La ropa aparece como una forma natural de darle cuerpo a la idea, siempre al servicio del mensaje. “El objeto importa, pero solo si está cargado de significado”, apunta el cofundador. Las prendas están pensadas como recuerdos, como pertenencia, como algo que se cuida y se conserva, y de ahí también la apuesta por ediciones limitadas, que responden tanto a una decisión creativa como a una postura ideológica. “No creemos en producir por producir”, sentencia.

Crecer sin perderse
El futuro de Cuco no se dibuja con metas cerradas. Así, espacios físicos, colaboraciones o nuevos formatos narrativos aparecen como herramientas posibles, nunca como objetivos en sí mismos. Lo importante es que todo tenga sentido y siga construyendo comunidad de forma honesta. ¿Crecer o mantenerse pequeño? La respuesta vuelve al criterio. “Preferimos una comunidad pequeña pero comprometida a una grande y superficial”, destacan. Y, dentro de cinco años, el deseo no es ocupar un lugar concreto, sino seguir estando bien situados en la memoria y en el día a día de quienes conectaron con el proyecto. Que alguien llegue entonces a Cuco Board Club y tenga la sensación de que habla su mismo idioma.