ORIHUELA. Hay canciones que relajan y otras que desvelan. Demonios, el nuevo single de la cantante oriolana Aixa Sáez pertenece a la segunda clase. Es el primer adelanto de su nuevo álbum y, sobre todo, un aviso. Un corte limpio. Un punto y aparte que marca el abandono consciente de una etapa —la de Jugo de azahar, la de los boleros, el alma orcelitana— para adentrarse en un nuevo territorio sonoro y emocional. La alicantina, que durante los últimos años ha tejido una identidad musical desde la raíz, el mestizaje y lo emocional, se lanza ahora a una etapa más cruda, más urbana, más desgarrada. El single es también la primera colaboración con VikohGroove, productor afincado en Madrid y con una trayectoria en la música urbana que impregna este nuevo camino de Aixa con un pulso diferente. Más directo, más áspero, más desafiante.

Tras la producción cuidada y cálida de Jugo de Azahar, donde trabajó junto a Jim Morrisound y Víctor Rodríguez —dos productores de la Vega Baja que contribuyeron a dar forma a un disco de aroma íntimo, casi doméstico—, Aixa decide romper con todo. Con ese sonido, con ese entorno, incluso con esa versión de sí misma. Demonios no nace del arraigo, sino del desarraigo. De una nueva vida en Madrid. De una mudanza física, emocional y artística. “Este Demonios es un punto y aparte en toda esa carrera que la artista estaba construyendo para lanzarse a nuevos productores, nuevos sonidos…”, describe. Así lo define la propia Aixa, que no solo cambia de registro sonoro, sino también de mirada. Y es que la artista, que en su anterior etapa cantaba a la familia, al paisaje, a la tierra, al recuerdo, ahora da un giro hacia dentro. Hacia las sombras. Demonios habla desde un lugar roto, desde la incertidumbre, desde la búsqueda de sentido en una ciudad nueva, una industria hostil y una piel recién mudada.

El tema sorprende por su fuerza, pero también por su dirección. Aquí no hay concesiones ni nostalgia. La voz de Aixa aparece rasgada, con la mezcla justa de dulzura y rabia. No se trata de gustar, sino de decir. De posicionarse. Demonios es un paso valiente hacia un lenguaje nuevo, sin dejar de ser profundamente suyo. Como si en vez de cambiar de estilo, hubiera decidido inventarse uno nuevo. La producción de VikohGroove, que fusiona bases oscuras con atmósferas densas y capas vocales que se superponen, le da al tema un aire casi ritual. Hay dolor, pero también exorcismo. Como si Aixa estuviera purgando algo. Como si estuviera usando la música para expulsar todo lo que la retenía. Es una canción que no necesita explicación: se siente.

De Jugo de azahar a Lengua sangrante

El single forma parte del proyecto que tomará forma en los próximos meses bajo el título provisional de Lengua sangrante, un álbum en construcción que, según ha adelantado la propia artista, contará con nuevas colaboraciones y una paleta estilística radicalmente distinta. Será su primer trabajo largo desde que arrancó su carrera en solitario y promete ser también el más personal. Lo hace con un discurso propio. No se sube a ninguna ola. No copia fórmulas. No sigue rutas. Como en sus anteriores trabajos, su fuerza está en la mezcla: bolero y rap, copla y electrónica, jazz y trap. Pero, ahora, el punto de partida no es la fusión, sino el conflicto. La herida. Y ahí, precisamente, es donde Demonios encuentra su sentido.

Orihuela late aunque no se escuche

Aixa ha dejado Orihuela, pero la Vega Baja sigue latiendo en su voz. Aunque ya no cante al río ni a la abuela ni a las plazas, sigue componiendo desde un lugar profundamente emocional, en el que sus raíces no desaparecen, sino que se transforman. El cambio de ciudad, de equipo, de sonido, no borra su identidad: la expone de otro modo. Desde la capital, la artista construye ahora un discurso más amplio, más libre y más feroz. Lejos de las etiquetas y del folclore, pero con la misma capacidad de conmover. Lo que viene con Lengua sangrante no será fácil de clasificar, aunque tampoco lo necesitará, y Demonios es el punto de partida