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DEL DERECHO Y DEL REVÉS

Conferencia de Beijin sobre la Mujer: 25 años después

El pasado jueves se celebró un Encuentro de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en conmemoración de los 25 años de la Conferencia sobre la Mujer de Beijin de 1995, bajo el lema: “Acelerando la consecución de la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas”. Naciones Unidas considera que 2020 es un año crítico para avanzar en la igualdad entre géneros. Y es que la verdadera igualdad aparece cada vez más como una utopía, de momento irrealizable.

En un artículo The Washington Post publicado esta semana, Edith M. Lederer dice que “en un mundo más dividido, conservador y todavía dominado por el hombre, el poder lo ostentan fuertemente los hombres”. El Banco Mundial estima que tardaremos 150 años en conseguir la paridad de géneros en cuanto a los ingresos a lo largo de la vida. Por su parte, el secretario general de las Naciones Unidad, Antonio Guterres, ha calificado de verdadero retroceso, e incluso regresión, lo que ha sucedido a lo largo de estos veinticinco años, y ha atribuido la desigualdad de género a “centurias de discriminación, patriarcado profundamente arraigado y misoginia”.

La Directora Ejecutiva de las Mujeres de Naciones Unidas, Mlambo-Ngcuka, declaró esta semana que hay que ser modestos en cuanto a los logros conseguidos a lo largo de estos años, porque en algunas ocasiones son una exageración y una ilusión de mucho mayor progreso de lo que en realidad ha habido. Y es que algunas de las cifras que presenta la propia organización internacional a este respecto son de lo más escandalosas. Espeluznantes, incluso. En el mundo hay 750 millones de mujeres que fueron obligadas a casarse antes de los 18 años; 400 millones de mujeres viven en la extrema pobreza; 243 millones de mujeres son víctimas de la violencia de su pareja cada año y 200 millones de mujeres y niñas han sufrido mutilación genital. Algunas de estas estadísticas nos pueden sonar a algo del otro mundo, y en realidad lo son porque sin duda azotan más a los países en vías de desarrollo, pero lamentablemente algunas de estas lacras están más cerca de lo que nos gustaría.

En nuestro país se considera que hay no menos de 18.000 niñas expuestas a la ablación, por mucho que aquí esté penalmente perseguida. El argumento es que son sus costumbres ancestrales, pero no creo que podamos quedarnos de brazos cruzados tolerando esta barbarie. En la antigua Esparta se arrojaba a los hijos que se consideraba débiles por el acantilado, pero con el tiempo esta costumbre dejó afortunadamente de practicarse. Se llama evolución. Tampoco están libres de la pobreza muchas mujeres en nuestro país, en especial las madres de familia monoparental y las que tienen más edad y menor formación, por no hablar de las jóvenes en busca de su primer empleo. Y en cuanto a la violencia sobre las mujeres en España, ya se han escrito demasiadas crónicas tristes. En 2020 han fallecido más de 30 mujeres a manos de sus parejas, engrosando así la cifra de más de 1000 feminicidios desde 2003. Son, sin duda, las cifras de la vergüenza. Y no podemos hacernos los locos.  

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