EL CAMPELLO. Será el 10 de febrero (día de su nacimiento) cuando el literato, jurista, pedagogo, humanista y literato Rafael Altamira Crevea, ocupará junto con su esposa Pilar Redondo Tejerina el monumento funerario que el Ayuntamiento de El Campello está construyendo en el cementerio municipal para acoger los restos del ilustre personaje y su pareja, además de sus padres y sus abuelos, que desde hace décadas están enterrados en el camposanto local.
Culminará de esta forma un largo proceso que ha significado 36 meses de trabajo, fundamentalmente burocrático, para conseguir la exhumación del matrimonio en el cementerio de Ciudad de México y su repatriación a España. Ha sido un ejemplo del éxito que comporta la unión de voluntades, dado que en el proceso han participado, además del Ayuntamiento de El Campello y la familia directa de Rafael Altamira, la Generalitat Valenciana, el Consulado General de España en México y la Diputación Provincial de Alicante.
La intervención consular ha sido crucial para llevar a buen término la operación de repatriación, la Generalitat se ha hecho cargo de los gastos que implicaron la exhumación y el traslado hasta el aeropuerto de Barajas por expreso deseo del presidente Carlos Mazón; el Ayuntamiento de El Campello, que preside Juanjo Berenguer, se puso al mando del operativo, trasladó los féretros desde Madrid a Alicante y construye el monumento funerario, y la Diputación Provincial que preside Toni Pérez asume la organización de la ceremonia funeraria, a la que se prevé la asistencia de destacadas personalidades políticas, académicas, juristas, pedagógicas y de otros órdenes de toda España, dada la relevancia que tuvo el trabajo de Rafael Altamira, dos veces propuesto para Premio Nobel de la Paz y uno de los redactores del Tribunal Internacional de La Haya, del que formó parte junto con otros juristas importantes del momento.