VALÈNCIA. Destacó hace unas semanas un periodista catalán en Madrid que alguien le había llamado "tronco". Es curioso, porque es un término cariñoso en argot que más que por atravesar la capital de vez en cuando se debería conocer por los tebeos. En los años 80, unas de las páginas más inolvidables del Super Mortadelo fue Tranqui y Tronco, una historieta de precisamente de un catalán, Joan March.
El origen de estos personajes se ha atribuido habitualmente a la influencia de la Movida madrileña, pero en una entrevista en Tebeosfera, March explicó algo menos elaborado: "Tranqui y Tronco eran como éramos muchos en aquella época, unos pirados. Claro, no podías hacer que fumaran porros ni otras cosas, pero me divertía".
Se suponía que Tranqui y Tronco tenían un grupo de música y un jefe que les conseguía conciertos, pero la mayoría de las historietas iban sobre su vida cotidiana y doméstica. Desgraciadamente, muchas tenían brugueritis. Esto es, que el chiste se basaba en un equívoco ocasionado por la polisemia de alguna palabra.
Por ejemplo, el jefe pedía que le colocasen una sirena en casa por si algún día alguien intentaba robarle, y ellos le ponían, en lugar de una alarma, una sirena marina de adorno. Pero no todo era esta tortura. La gracia de Tranqui y Tronco estaba en la estupidez y al mismo tiempo ingenuidad de los protagonistas.
Había historietas que con un contexto un poco más realista hubieran podido ir perfectamente al TMEO, que lo tenemos como una de las cumbres del salvajismo y la procacidad. Por ejemplo, en una ocasión Tronco se encuentra mil duros en la calle, se debate entre si cogerlos e intentar devolverlos, al final los coge otro que pasa por ahí y en ese momento Tronco descubre que en realidad se le han caído a él.
En otra historieta, todavía más soberbia, le dan vueltas a cómo conseguir que les paren haciendo autoestop. Recurren al viejo truco de viajar con una chica de buen ver y, efectivamente, les para el primero que pasa. El problema es que luego descubren que es un taxi.
También había mucha risa que no era carcajada, pues como bien explicaba el autor en las entrevistas, no todo tenían que ser gags, como en Ibáñez. Momentos como cuando un guardia va encabronado por la calle porque le ha salido un grano en la nariz y la gente se ríe de él, o cuando Tranqui confunde a Tronco con un cordero que le ha traído su tío y se lo lleva al hospital para que lo envíen derecho al manicomio, eran bastante delirantes y, por lo tanto, para los críos, un desfase.
Hace años ¡once! JoséViruete rescató en su página web unahistorieta histórica. En siete páginas, una extensión fuera de lohabitual en Tranqui y Tronco, los personajes se reunían con Lola Flores. Su grupo tenía nombre, "LosIncordiantes". Tenía que ir a televisión para actuar, mientras esperaba enel camerino, cantaba La Faraona en directo. Por un error en el Playback, sonabael disco de punk rock de Tranqui y Tronco. Este era el resultado: