VALÈNCIA. ¿Cómo no hacer spoiler en una serie histórica? O peor, en el caso de la serie La línea invisible, ¿cómo hacer que las consecuencias que abatieron el País Vasco durante décadas por cruzar esa frontera no afecten el juicio del espectador? Ese fue el reto que afrontó Mariano Barroso al encarar la dirección de una ficción sobre el origen de ETA, abstraerse de la tragedia posterior, “vivir aquello como un aquí y ahora”. En su confinamiento actual, en cambio, el presidente de la Academia de Cine está proyectando en el futuro para mitigar el desastre que se abate sobre la industria del audiovisual español. La producción de Movistar+ llega mañana, 8 de abril, a la plataforma. La reactivación de la producción cultural en nuestro país, quién sabe.
- El año pasado ya dirigiste otra serie para Movistar+ sobre los años sesenta, El día de mañana. ¿Qué es lo que te motiva del retrato de esa década?
- Ahora que lo dices, las podía haber rodado a la vez para aprovechar el despliegue de diseño de producción y los coches de época. Nuestra historia reciente está llena de zonas oscuras sobre las que no hemos vuelto nunca la mirada. Son momentos llenos de detalles y de personajes que es muy bueno conocer para entendernos mejor. Por medio de la recreación de aquellos tiempos hallamos las claves de cómo somos ahora. Es un periodo fascinante no solo a nivel histórico y sociológico, sino también visual. Sus protagonistas se mueven en un mundo con una moral muy determinada y suspendida. Afortunadamente, esas etapas están superadas, pero son muy ricas para reproducirlas en la ficción.
- De hecho, han coincidido varias producciones sobre la organización terrorista: la serie de HBO Patria, y los documentales ETA, el final del silencio, de Jon Sistiaga, y Lagun y la resistencia frente a ETA, de José María Izquierdo y Luis Rodríguez Aizpeolea. ¿A qué crees que responde esa coincidencia?
- A que ha pasado el tiempo y se han posado los miedos y los enconamientos. Ahora ya se puede hablar de vida, y el asesinato y la muerte no están en el día a día, de forma que podemos coger distancia y hablar con la cabeza más fría. Las capas que el tiempo ha ido depositando por encima de los hechos han conseguido que nos olvidemos de lo que pasó entonces, pero está todo guardado en el inconsciente colectivo, y más en el País Vasco, donde continúa a flor de piel. No hay nadie que no tenga una vinculación personal con lo que fue ETA. Y creo que es importante hablarlo. A mí me gusta esa frase de Freud que dice que la única manera de olvidar es recordando.
- ¿De qué manera pueden servir para ayudar a cicatrizar las heridas?
- Hay algunas cosas de nuestro pasado reciente que solo deberían haber existido en la ficción. Así que estas series son como un conjuro, una pequeña ceremonia donde encerramos dentro de la pantalla lo que nunca debió ocurrir. Son historias que son una mina para la ficción y terribles para la realidad. Así que siento esta coincidencia como una suerte de justicia poética.