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Manuel Borrás: “Los críticos literarios españoles están semi-amordazados”

Con motivo de la entrega de la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes, hablamos con el editor valenciano de su profesión, de la relación con los autores y del estado de salud de la literatura contemporánea

Manuel Borrás (Valencia, 1952) despidió 2016 -como quien dice- con la llamada del ministro de Cultura anunciándole la concesión de la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes. Un reconocimiento a una trayectoria ininterrumpida de cuarenta años años como editor en una casa conocida nacional e internacionalmente por su coherencia interna y su indiferencia hacia las tendencias que marca el mercado.

Fundada en 1976 junto a Silvia Pratdesaba y Manolo Ramírez, Pre-Textos logró consolidarse a pesar de su posición desventajosa dentro de un sector editorial muy polarizado en el eje Barcelona y Madrid, y crecientemente agresivo y atomizado. Y allí siguen, defendiendo un catálogo de más de 1.600 títulos jalonado de hitos literarios.

Su labor fue fundamental para la restitución de la memoria cultural de los exiliados republicanos –en parte querían compensar el hecho de haber nacido en el seno de familias del llamado “bando de los vencedores”-, y también para la introducción en España de pensadores como Deleuze. Pero quizás la faceta que más satisfacción ha proporcionado a estos tres editores sea su contribución al descubrimiento de nuevos valores literarios, como Juan Bonilla, Javier Gomá o José Luis Pardo (por citar algunos de la última década).

Desde los inicios en la empresa, cuando apenas contaban veinte años de edad y la Transición todavía daba sus primeros pasos, los tres componentes de Pre-Textos decidieron que todas las decisiones se adoptarían de forma colegiada. En cualquier caso, con el tiempo cada uno de ellos ha ido centrándose en distintas áreas: Silvia Pratdesaba es la que maneja el “pastoreo” económico de la empresa; Manolo Ramírez se encarga de la producción, y es Manuel Borrás sobre el que recae la dirección literaria y la incesante tarea de leer galeradas y cribar, para después someter su última selección al escrutinio de sus compañeros.

Cuando era un niño, Rubén Darío despertó en Manuel Borrás una vocación americanista que todavía sigue sin saciarle. Desde hace treinta años, mucho antes de que Latinoamérica se percibiese como la tabla de salvación para las editoriales españolas cercadas por el descenso de ventas, Pre-Textos ya apostó por los autores del otro lado del Atlántico. El fundador de la editorial valenciana es bien conocido en países como México, Colombia, Perú o Argentina, a los que viaja muy frecuentemente. Él es el rostro de la editorial –el que atiende los compromisos sociales- y también el que menos tiempo pasa en la oficina. Los viajes lo apartan a menudo de Valencia y, cuando está, su rutina consiste en despachar rápidamente asuntos por las mañanas para subir después a su casa, situada sobre la editorial, y disponerse a leer hasta bien entrada la madrugada.

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