VALÈNCIA. No, no busquen aquí y ahora salvadores de la patria agrícola. Ni recetas mágicamente sencillas para problemas morrocotudamente complejos. No va de eso. De lo que vamos a tratar es de una suerte de fenómeno de atracción a la vez que de reivindicación. O de cómo calmar nuestra conciencia frente a la perplejidad de haber, generacionalmente, dado la espalda a un horizonte natural y productivo con poca comparación. De cómo a través del diseño, de narrativas nuevas, se puede contribuir a superar los clichés en torno a la actividad agrícola de l’horta.
Edu, Ana y Rosa son un triángulo familiar sintetizando algunas de las cosas buenas que representa ese cambio en la mirada. Crossover entre campo, cocina y diseño; transfusión de conocimiento de padres a hijos. El resultado, una reformulación de nuestras relaciones de estilo creativo con el campo.
Sí, ya sabemos que no tenemos perdón, pero por eso mismo es tiempo para elevar el hurra hacia aquellos que ponen su talento al servicio de la causa. Edu, el padre, es agricultor desde que empezó a trabajar y hasta que, muy a su pesar, ha tenido que dejar de serlo por la escasa rentabilidad entre naranjos. Rosa, la madre, se ha dedicado quince años a la cocina hasta que dijo basta porque el producto que recibía no casaba con su ética alimentaria. Ana, la hija, lleva la comunicación de marcas en un estudio creativo, partiendo de la base de que la verdad es el mejor de los storytellings.
Ellos tres, en piña, son el proyecto FAM. Porque tenemos… ídem. Gracias a él, Edu ha vuelto a la agricultura. “Se resiste a quitar los pies de la tierra y su tiempo libre lo dedica al policultivo a pequeña escala, para casa y amigos”. Es agricultor a media jornada. “A efectos prácticos, representa la columna derecha en el timeline de Instagram: nos muestra el producto en su hábitat natural”. Rosa ha pasado a tener como principal hobby la cocina. “Es la columna de la izquierda en Instagram: nos muestra cómo la cocina transforma el producto”. Y Ana… Ana “En este caso lo tenía fácil, estaba todo en casa y llevaba viéndolo desde que tenía uso de razón: el padre es el que cultiva en l'horta, la madre los cocina los productos de l’horta y todos los comen en casa. Solo teníamos que ponerle nombre y forma. Representa la columna central de Instagram: una interpretación sobre el producto que invite a la reflexión. Un impás entre el campo y la cocina”.