VALÈNCIA. Pasó un tanto desapercibida, no como ha sucedido con el cursimente bautizado como Paseo de la luz en Madrid, la declaración por la Unesco hace a penas tres años como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, el (patrimonio) rural originado a través de los siglos empleando la técnica constructiva de la piedra en seco. “Pedra en sec”, como se dice por estas tierras. Una candidatura llevada junto a otras zonas de España y del Mediterráneo. Una de las comarcas era nuestra Marina interior, principalmente, pero llegando prácticamente hasta la abrupta costa en la que mueren muchas de las montañas. El resultado es ese espectacular paisaje, ordenado a base del aterrazamiento logrado con el empleo de incontables y largos muros configurados por la colocación ordenada, sin ninguna clase de argamasa, de piedras transportadas desde las proximidades. El origen de la técnica hay que encontrarlo en el ámbito andalusí y morisco, aunque una vez expulsados estos últimos es toda una forma de agricultura que pervive en buena medida hasta nuestros días. Hay que advertir, no obstante que, en la actualidad, el abandono de muchas tierras de cultivo, pues por aquel entonces la superficie cultivada era mucho mayor que en la actualidad, está produciendo un problema de conservación de esta clase de trabajos en piedra advirtiéndose el derrumbe de muchos bancales. La tendencia imparable hoy en día, debido al cambio en el uso del suelo, es que la vegetación silvestre y el bosque esté ocupando el terreno que perdió en su día y en consecuencia ocultando esta arquitectura rural y otras como los corrales de montaña, realizados también en piedra en seco en la misma ladera de la montaña de estas agrestes tierras.
Más de 6.000 escalones
Aquí enlazamos con un hito patrimonial con apenas parangón en otras partes, lo que lo convierte en un lugar único. Hay que remontarse al siglo XIII tras ser conquistadas estas tierras por Jaume I. Los moriscos debieron, como consecuencia de ello, concentrarse en tierras más altas como en este caso el Vall de Laguar o también los de Gallinera, Ebo, Guadalest, Alcalá etc. En el caso del hoy conocido como Barranc de l`infern, en las proximidades de la localidad de Fleix, el terreno era especialmente inaccesible pero con recursos naturales para la subsistencia, aunque todos los días el acceso a las parcelas debía ser recorrido por quienes cultivaron en estos escarpados lugares. Para ello, los moriscos, habitantes por entonces del lugar, se embarcaron en una empresa titánica: la construcción de un sendero circular de unos quince quilómetros y de concretamente 6873 escalones de piedra labrada para poder acceder con cierta facilidad a los bancales cultivados. Hoy en día es una interesantísima ruta de senderismo que con cierta grandilocuencia se le denomina la “catedral del senderismo” y que les recomiendo, advirtiéndoles, eso sí, que exige una más que aceptable forma física.