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EL ARTE DEL ABECEDARIO 

El lettering es el nuevo trap, o cómo dibujar letras a mano para huir de la tiranía digital

Teclado, teclado, teclado. Pantalla, pantalla, pantalla. 635 notificaciones. 863 mails sin leer. En plena dictadura de lo digital e instantáneo, en estos tiempos en los que se exige disponibilidad constante e inmediata y el infierno adopta les hechuras de grupo de Whastapp, urge encontrar vías de escape que nos recuerden que todavía no somos autómatas de última generación con camisas estilosas. Y como los caminos del Señor son inescrutables, resulta que internarse en algunas de esas grietas no implica seguir ningún método milagroso lanzado por el gurú de turno, sino retornar a algunas de actividades más ancestrales del ser humano. Por ejemplo, dibujar. En concreto, en esta ocasión hablamos de dibujar letras, una disciplina artística llamada lettering (aceptaremos anglicismo como animal de compañía) que en los últimos años arrasa entre amantes del diseño, aficionados a las manualidades o, general, individuos con necesidad de evadirse a través de la belleza y la creatividad.

Así, el abecedario - conocimiento básico donde los haya- se erige en fuente de expresión artística abierta a cualquiera. Además, por partir de un denominador común como es saber recitar de la ‘a’ a la ‘z’, se trata de un campo con dos vertientes diferentes y muy transitadas: de un lado, tenemos el lettering como una afición en auge, pero también podemos localizarlo como nicho profesional cuya demanda por marte de marcas e instituciones cada vez es mayor. Letras inventadas que acaban impresas en láminas, menaje, tatuajes, cartelería, objetos de decoración…No hay soporte y formato que escape al poder seductor de las palabras trazadas a mano.

Uno de los principales estandartes patrios de este arte es Iván Castro, autor del libro El ABC del lettering (cuya edición en castellano vio la luz en 2017 gracias a los valencianos Campgràfic), disciplina a la que dedica profesionalmente desde hace más de una década a través de proyectos de diseño y publicidad. “El volumen original me lo pidieron desde la firma inglesa Korero Press ya que existe un auge internacional de la disciplina”, indica Castro, quien recuerda que cuando lanzó su obra “no había ninguna guía que explicara las técnicas desde la base. Había muchos títulos que funcionaban como cuadernos de actividades, pero no explicaban las lógicas que dan lugar a la forma de las letras…lo que hay detrás de cada una de ellas. Por ello, mi objetivo era ser muy didáctico”.

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