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LAS SERIES Y LA VIDA 

‘El caso Alcàsser’: un encuadre nunca es objetivo

VALÈNCIA. Elegir un encuadre requiere tomar muchas decisiones de todo tipo, también si se trata de un documental. Por ejemplo, en una entrevista: ¿qué luz ponemos? ¿a qué distancia está la cámara del entrevistado? ¿qué espacio elegimos? ¿la hacemos en su casa, en su despacho, en el estudio? Si es en su casa, ¿elegimos un sillón, el sofá, una silla? ¿tiene detrás una ventana, una pared, una foto, un cuadro? ¿dónde ponemos los focos? Es una decisión muy meditada. Y una vez decidido, organizar ese plano a la hora de grabar cuesta horas, entre poner los focos, medir la luz, decidir el encuadre exacto, la toma de sonido, comprobarlo todo, etc.

Hay en El caso Alcàsser muchas cosas en las que fijarse y sobre las que reflexionar. Ese plano de un palo en el suelo de la casa donde estuvieron retenidas. La imagen de un agente del orden que inserta un reloj en una rama y la deja en el suelo para remedar lo encontrado en su momento. O esos recorridos de algunos testimonios por los mismos lugares en los que anduvieron en su momento, como si estuvieran buscando algo ahora, o incluso fotografiándolo. ¿No son las mismas prácticas que tanto se criticaron en su momento sobre el tratamiento informativo? Lo que nos lleva a preguntarnos: si El caso Alcàsser no fuera de la moderna y tan cool Netflix y lo hubiera ofrecido, por ejemplo, Telecinco ¿hubiera tenido tan buen recibimiento?

Con todo esto en mente, vamos a estudiar algunos de los encuadres elegidos para las personas entrevistadas en la serie de Netflix El caso Alcàsser. Nos vamos a centrar en la imagen. Sobre las ausencias, presencias, decisiones y contenidos de la serie, les remito al artículo que mi compañera Teresa Díez le dedicó aquí en Culturplaza. 

He aquí los dos primeros testimonios que aparecen en la serie: 

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