VALÈNCIA.- Como era de esperar, el estreno de la esperadísima Érase una vez… Hollywood, la novena y ¿penúltima? película de Quentin Tarantino, ha despertado el interés sobre Charles Manson, uno de los asesinos en serie más queridos del mundo. También ha contribuido, aunque en menor medida, el inminente regreso de la serie Mindhunter, que se estrena el 16 de agosto, y en el que el asesino de Sharon Tate será una de las estrellas. Pero Damon Herriman, que encarnará en ambas producciones al asesino, puede hacer sombra al gran actor que fue Manson, y que pasó gran parte de su vida convertido en su propio personaje.
Los primeros en llegar a las librerías fueron los de Contra, que recuperaron el clásico Helter Skelter. Los crímenes de la familia Manson, escrito por el fiscal del caso Vincent Bugliosi (con ayuda del periodista Curt Gentry). La versión de Bugliosi es la canónica y, pese a que ha habido otros intentos, se puede decir que es la única. Y si hay alguna capaz de hacerle sombra es Manson. La historia real, de los periodistas Tom O’Neil (y Dan Piepenbring).
Lo que hace interesante el trabajo de O’Neil es que consigue añadir algo a una historia cien veces contada. Su intención era acercarse a Manson desde algún ángulo nuevo —de hecho, ese fue el encargo que le hizo la revista Premiere en 1999 para un artículo que nunca escribió— pero el resultado es una obsesión de más de 20 años que no es cierto, como sea dicho, que reescriba los hechos, pero sí que se aproxima a ellos con un nuevo punto de vista. Si se ve como el relato verdadero de lo que ocurrió, el lector puede quedar decepcionado, pero si se aborda como la historia de una obsesión de dos décadas por escribir el relato de los hechos, el libro gana mucho y alcanza su verdadera entidad.
Uno de los problemas del libro es esperarse lo que no es. Para eso, el título original es mucho más preciso: Chaos: Charles Manson, the CIA and the Secret History of the Sixties (Caos, Charles Manson, la CIA y la historia secreta de los sesenta). El ‘caos’ del título hay que entenderlo tanto como un guiño al descontrol en que se convirtió el largo verano del amor como a la Operación Chaos, un programa (totalmente ilegal) de la compañía que funcionó entre 1967 y 1969 y cuyo objetivo era espiar a los grupos de disidencia interna. Desde los Panteras Negras a los pacifistas, pasando por asociaciones de estudiantes o grupos izquierdistas todos fueron víctimas de este proyecto puesto en marcha por Lyndon B. Johnson y continuado por Nixon.