A ver, coge esa lista mental de asuntos que no conocías y a cuya efervescencia vas a empezar a asistir en breves y apunta un nuevo término: BookJockey. O lo que es lo mismo, una sesión de DJ visual en la que en lugar de pinchar música se emplean imágenes. Con toques de exposición fotográfica y performance, estas sesiones van abriéndose camino en los circuitos de la exploración creativa más heterodoxa. Nacido en Madrid en 2012, su premisa es muy sencilla: los responsables de la pieza realizan una selección temática de imágenes impresas de todo tipo, las van enlazando unas con otras y las proyectan para los espectadores allí congregados junto a los estímulos sonoros que hayan decidido. De la página 14 de un volumen, pasamos a las 35 de otro y, de ahí, a las 62 o a la 64 hasta crear una galaxia visual con identidad propia. Hasta ahora, sus seguidores pertenecen a circuitos muy especializados, pero la tendencia va llegando ya espectadores más generalistas. Cuidado, David Guetta, tu reinado llega a su fin.
Y entonces van unos valencianos y (rompiendo por enésima vez el topicazo de que por estas tierras la creatividad más rompedora no acaba de cuajar) triunfan con su proyecto de BookJockey en el madrileño festival Fiebre, un encuentro específico de libros de fotografía en el que sorprendieron por la originalidad de su propuesta. Los culpables son Jorge Alamar, fotógrafo, gestor cultural y director de La Fotoescuela; y la artista visual Mar Reykjavik. A ellos les acompaña Lucas Bolaño, músico responsable de toda la vertiente sonora. Ahora dan el salto al Mercurio Festival, evento de artes escénicas que se celebra en Palermo del 24 al 29 de septiembre y donde esperan actuar ante “un público más relacionado con campos que no son la imagen. Nos parece muy interesante llegar a ese tipo de audiencias”, reconoce Alamar.
Por encima de todo, se trata de construir un carrusel de imágenes que cobran sentido precisamente en la transición de unas a otras, en el juego de relevos. En ese sentido, el BookJockey no es más que una nueva representación de la exhibición fotográfica tradicional: “Ya sea una exposición, un libro o un editorial para una revista, en la fotografía estamos enlazando imágenes”, apunta el gestor cultural, quien señala que “ya hace mucho tiempo que hemos trascendido esa idea de la foto buena y la foto mala. La idea del instante decisivo sí que tuvo un auge brutal en la década de los 40 y los 50, con autores como Cartier-Bresson, pero eso se ha roto y de lo que se trata es de construir discursos y narrativas con muchas imágenes que conectan por forma, significado, ambiente…”. “Estudiar esas conexiones es lo que hace que el trabajo final funcione” remata.