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publica la novela 'Borroka: años de plomo y sangre'

Alfonso J. Ussía: "Mientras la democracia se hacía amplia, los etarras se hacían más hijos de puta"

23/12/2024 - 

ALICANTE. Ha escogido un tema delicado sobre el que escribir una novela. Tan complicado y duro, que al trascribirla no he podido evitar emocionarme con el rizado de la piel al hablar de lo que supuso el terrorismo de ETA para España. Alfonso J. Ussía nos habla de su nueva novela, Borroka: años de plomo y sangre (Espasa, 2024), una que nace con la firme vocación y convicción de que no podemos olvidar lo que pasó, de que el terrorismo no es algo lejano sino que fue un cáncer que mató a cientos de personas en España.


— ¿Qué te impulsó a escribir Borroka?

— La lucha contra el relato, hubo una encuesta en la que seis de cada diez jóvenes no sabían quién era Miguel Ángel Blanco, ese 70% que ignoraban su figura me daba la razón en lo de que estábamos perdiendo la batalla del relato. Lo que tenemos que hacer los escritores es contar el tiempo que nos ha tocado vivir y contar la verdad. Se habla mucho de Franco y de su puta madre, con perdón, y de otras cosas más recientes como el terrorismo de ETA parece que no se enseña en los colegios.

— Me da un poco la impresión de que el desconocimiento de la figura de Miguel Ángel Blanco es más por causa de la desidia de parte de los jóvenes en estar informados que por algún interés espurio, ¿no? Me estoy acordando además de que en la última temporada de Cuéntame hay un capitulo que habla de las marchas tras su secuestro y su posterior asesinato.  

Más que desidia, es falta de acceso de esa parte del público a comprender y conocer esa figura. Cuéntame no tenía unos espectadores jóvenes precisamente, además en esta serie no se explicó con el rigor que se debería haber hecho.

— ¿Qué echaste en falta de la serie al tratar el tema de ETA?

— La producción puso más intereses en destacar los peligros del fascismo y de la extrema derecha que del terrorismo, y el mayor problema que vivió mi generación en España fue el mal de ETA. En la serie se trata con mucha vehemencia los males del franquismo pero eché en falta que se usara la misma contundencia para tratar el terrorismo.

Creo que pese a que el terrorismo ha estado muy presente en España, seguimos viéndolo como una quimera, una fantasía de ciencia ficción. Va en función de cómo te haya tocado vivirlo, seguramente a alguien que está en Huelva lo verá de distinta forma que los que están en Barcelona o Madrid, que allí se vivió de lleno. 

Cuando pasó el atentado de las torres gemelas en Nueva York, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado fueron los primeros en reaccionar, sabíamos como se tenía que actuar en estos casos. A mi generación le ha tocado vivir el terrorismo, y no podemos tergiversar la historia. Todo lo que se salga de que en democracia ochocientas personas fueron asesinadas a manos de ETA es ser infiel con la historia.

— ¿No crees que ha habido familiares de víctimas de ETA que han usado el nombre de sus caídos para su propio beneficio?

— Creo que en este caso tenemos que tener una cintura ancha, ser comprensivos y empáticos, ya han sufrido suficiente con sus pérdidas, pese a que haya casos en los que se hace un uso torticero de las víctimas, no se me ocurre tocarlas, merecen un respeto.  

— ¿Por qué has decidido novelar la obra?

— Mi mejor manera para poder contar las cosas es con una novela, al final soy novelista. Somos de una escuela como la de Patrick Radden Keefe, que contaba hechos verídicos e históricos a través de las novelas. Me viene a la cabeza la de No digas nada, obra en la que relata el asesinato de una mujer a manos de IRA. Representamos a una generación que ha mamado el nuevo periodismo basado en la narrativa de reportajes periodísticos.

— El otro día una persona me dijo al criticar a los etarras que tenía que tener en cuenta que era una guerra…

— No, no era una guerra, si hubiese sido así se habría terminado con ETA mucho antes, porque siempre han sido unos cobardes, mataban por detrás, por la espalda, cuando alguien tenía escolta ni siquiera se acercaban. No eran dos bandos, eran unos asesinos que masacraron a unos luchadores de la libertad.  

— ¿Crees que la entrada en escena de los GAL hizo calar el relato de qué era un conflicto con dos bandos enfrentados?

— Le dio muchas alas. Desde que el GAL comete su última chapuza en el 84, han estado viviendo de que los atentados eran una causa efecto de la violencia del Estado. Se cometieron errores porque era una democracia imberbe, y a los que más les ha costado reponerse de esos fallos han sido a los jueces y a la Guardia Civil, recuerda que más de doscientas víctimas eran de ese cuerpo.

— ¿Por eso en la novela has decidido centrarte en la Guardia Civil?

— Por supuesto. Tanto la policía nacional como la Guardia Civil no solo han sacrificado sus vidas sino las de los suyos, en la casa cuartel de Vic murieron mujeres, niños… ETA demostró que su capacidad de sembrar el terror no tenía fronteras y empezaron a matar periodistas y civiles, pusieron a toda la sociedad en alerta. Mientras la democracia se hacía más amplia ellos se hacían cada vez más hijos de puta.  

— ¿El estado ha sido lo suficientemente duro con ETA?

— No. Hasta la directiva europea por la que se va a dejar en libertad a unos presos de ETA, existe una eximente, una excepcionalidad en España por los duros atentados que sufrimos. Me llama mucho la atención como cierto sector de la sociedad se ve más representado con dictadores y terroristas que con las víctimas.  

— En Vox consideran que el apoyo de esa enmienda fue un error, en el PP sin embargo parece que han optado por el cinismo, me viene a la cabeza Miguel Tellado enseñando las fotos de los terroristas que quedan libres con esa votación…

— El cinismo de los políticos, que afecta a todas las bancadas, llevados a veces por determinados cambios de opinión, tenemos que vencerlo la ciudadanía, por eso tenemos que conocer lo que pasa y contraprogramar el relato.  

— ¿Tienes la esperanza en qué se dé la vuelta a la percepción pública sobre el terrorismo de ETA y se cambie ese relato?

— Creo que se está consiguiendo, ya lo hemos visto con la película La infiltrada o con Borroka y otros libros que se han escrito. De la misma forma que ya no cabe ninguna película o libro sobre Auschwitz ahora le toca a esta parte de la historia.

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